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La jugada "maestra" de la dos veces presidenta Cristina Kirchner puso blanco sobre negro. Hoy el kirchnerismo no es más que una "segunda minoría".

El bloque del Frente de Todos que lideraba el formoseño José Mayans se partió, entre gallos y medianoche, para anotarse un casillero extra en el órgano encargado de nombrar y remover jueces. Con la ruptura, le arrebataron la silla al cordobés Luis Juez.

Pero con esa maniobra, la Vicepresidenta no solo quedó "debilitada" frente a uno de los poderes del Estado: la Corte. Es que la "jugada" implicó acatar su fallo. Fallo que, hasta horas antes, no era más que un "golpe institucional". Sino que también, la maniobra echó luz sobre el número de legisladores que acatan sus órdenes.

Uno de los flamantes bloques, el Frente Nacional y Popular, quedó presidido por el ladero de Gildo Insfrán. El otro, por la senadora ultrakirchnerista Juliana Di Tullio.

Casualmente, el segundo bloque fue bautizado con un nombre que remonta a épocas prealbertistas: Unidad Ciudadana. Igual que el sello que las llevó ambas a ocupar una banca en el Senado en las elecciones 2017. Di Tullio asumió tras la salida de Jorge Tainana, que se sumó al Gabinete de Fernández; los tres iban en la misma boleta.

Con la oficialización de Unidad Ciudadana también se "oficializó" que el kirchnerismo o, más bien el cristinismo, no es más que una "segunda minoría". Una minoría intensa, si se quiere. Pero minoría al fin.

Es que, la "ruptura" del bloque del Frente de Todos se hizo con un claro criterio. Los nombres no se distribuyeron de forma azarosa. De un lado, quedaron los senadores que responden a los gobernadores peronistas. De otro, los laderos de "la jefa". 21 y 14 senadores, respectivamente.

En esa división, llamó la atención el nombre de una cristinista de paladar negro, María Inés Pilatti Vergara. La explicación es sencilla: la chaqueña es consejera. No podían dejar en el bloque de la "segunda minoría" a dos consejeros.

Es más, en las primeras actas que circularon, el listado de senadores que integrarían Unidad Ciudadana incluía al camporista Mariano Recalde, que también tiene su silla en el Consejo de la Magistratura. Pero el porteño tuvo que hacer un enroque con la puntana María Eugenia Catalfamo y, junto con Pilatti Vergara, quedó bajo de ala de Mayans. El bloque de Mayans tendría dos "infiltrados".

Entre los 14, además, hay dos que en más de una oportunidad amenazaron con romper con el Frente de Todos, justamente para "independizarse de CFK". Se trata del jujeño Guillermo Snopek y el salteño Sergio "Oso" Leavy. ¿Será por esa amenaza o porque no responden a los gobernadores de sus provincias?

Por la segunda minoría, también ayer se conoció que otro camporista recalará en el Consejo: el rionegrino Martín Doñate. Conclusión: la segunda minoría quedará sobrerrepresentada en el Consejo de la Magistratura. De los cuatro senadores, tres son ultra K. La cuarta es la jujeña Silvia Giacoppo (UCR).

Sin formalizar

En Diputados, parecía inminente que el bloque que hoy preside Germán Martínez también se rompería para desbancar a la radical Roxana Reyes. Pero el bloque no se rompió y Sergio Massa -que venía manejando el asunto con extremo hermetismo- terminó firmando su resolución.

Martínez salió a dar una conferencia de prensa para anunciar que estaba analizando la posibilidad de impugnar la decisión de Massa. ¿Quiebre virtual?

Desde el Frente de Todos en Diputados reconocieron que la posibilidad de partir el bloque en dos jamás se barajó. De hecho, el santafesino se habría enterado de la maniobra de CFK "casi en tiempo real".

Es que en la Cámara baja, el FdT lejos está del número mágico. "No tenemos que quórum para sostenerlo", confesaron.

Pero el hecho de que hoy Martínez presida hoy la bancada en Diputados también responde a la presencia de una "segunda minoría". El santafesino asumió ese rol cuando Máximo Kirchner, disconforme con el acuerdo al que había llegado el Gobierno con el FMI, abandonó ese puesto.

De los 118 diputados que conviven hoy en el bloque, apenas 41 votaron en contra o se abstuvieron. Y de esos 41, solo 28 legisladores, entre ellos Máximo Kirchner, votaron en contra. El resto le dio el visto bueno al proyecto.