Con más de un año de actividad tambaleante, la industria acusa recibo y cambia la estrategia, pero el gen de haber enterrado inversión los ata al optimismo. Las tasas y la actividad son hoy la principal preocupación hacia lo que resta del año.

El sector tuvo su día bajo el ala de la Unión Industrial de Córdoba (UIC), que reunió a más de 1000 empresarios en una tarde de exposiciones en las que se abarcó desde las posturas institucionales hasta las elecciones y la innovación.

El embajador del oficialismo fue el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, con una valoración positiva del sector, ladeado por el secretario de Producción, Pablo Lavigne, ambos vistos como los canales de diálogo ante una situación de amesetamiento de la actividad. Sin embargo, hubo elogios a los gobernadores, que fueron destacados como más receptivos y pragmáticos e incluso que muchos comparten las inquietudes del sector. Algunos agregaron que esto es lógico, dado el entramado productivo y de empleo que se desprende de la industria.

En los últimos meses, el semáforo industrial mostró variedad de colores, con crecimientos mensuales y en el acumulado. Según el Centro de Estudios Industrial de la Unión Industrial Argentina (CEU-UIA), la actividad en julio creció 2,8% interanual, pero ven que solo tres sectores en el año superan su desempeño respecto de 2023 y solo dos contra 2022, con las importaciones de bienes de consumo un 32% por encima que hace dos años.

Sin embargo, se anticipó un empeoramiento de las expectativas hacia adelante. La suba de la tasa de interés presiona sobre la inversión y el capital de trabajo al encarecer el crédito que hasta ahora empujó o ayudó a mantener a muchos sectores. Un empresario local arriesgó que el nivel de la tasa "se tiene que terminar en octubre" para evitar que se agrave el panorama.

La volatilidad entre las ramas persiste, sobre todo con mayor impacto sobre los que están más expuestos a los bienes importados, pero los industriales refuerzan que el impacto es sobre todo el sector, y que la discusión sobre el futuro de la producción no puede darse por rama.

Es por eso también que comparten la necesidad de avanzar en las reformas, y en esa línea también se presentó el Contrato Productivo de la UIA, con 10 propuestas. Si va a haber reformas, aunque sea que se escuche su voz, deslizaron algunos.

El tembladeral no les deja sensaciones de 2001, sino de unos pocos años antes, donde todavía había margen de maniobra. Los cierres de empresas no son una ola, y tampoco la esperan, pero si auguran una profundización del ajuste ante un consumo que no promete. Ajuste en insumos y unidades, antes de optar por despidos, compensado con mayores importaciones.

En el encuentro organizado por la UIC sumaron una encuesta a los presentes, para que respondieran sobre distintas premisas. Consultados por "si el 2025 fuera un clima para la industria, ¿cuál sería?", casi el 52% de los presentes votó por "arcoíris con charcos: sabemos que va a salir el sol, pero todavía llueve". El 28% votó "llovizna persistente: molesta, no frena pero desgasta".

Ante la innovación, el 54% consideró que aprovecha las olas para avanzar, y el 60% consideró que los ánimos de su compañía hacia el futuro están puestos en conseguir nuevos mercados, mientras que el 27% se adapta para sobrevivir.

El consenso está en que va siendo hora de que el foco pase a la micro con políticas sectoriales. El ruido en la macro, en un día que será recordado por el anuncio de las intervenciones del Tesoro en el dólar, les pospuso un poco la esperanza.