

Llama la atención la calma que existe actualmente en el mercado cambiario. El BCRA, en una plaza con pocos pesos, logra calmar al tipo de cambio al tiempo que los depósitos a plazo fijo minoristas aún se mantienen en el sistema.
Un nuevo round comenzará en la batalla contra el dólar desde fines de octubre hasta diciembre. El Banco Central no puede perder reservas día a día y entregar el organismo sin activos y con patrimonio neto negativo. Por otro lado, si no vende reservas, el tipo de cambio podría ubicarse en un nivel sensiblemente más alto, lo que dispararía nuevamente la inflación como ya se vio que sucedió luego de las elecciones PASO.
El juego que se abrirá en la eventual transición al gobierno de Alberto Fernández será el de elegir, en el mejor de los casos, entre una economía con una inflación más alta pero con reservas en el Banco Central o bien, una economía sin reservas pero con una inflación crucero del 40% para el año siguiente.
Los incentivos del gobierno saliente están alineados a no dejar correr más la inflación. La inflación genera pobreza y esos números serán endosados en el futuro a cualquier facción que haya integrado el gobierno actual.
De todas formas, para Alberto Fernández quizás es mejor recibir ‘caos’, justamente la palabra que utilizó Cristina Kirchner para definir a Mauricio Macri. Políticamente es mejor heredar caos que generarlo. Si el Banco Central quiere, puede dejarle una sorpresa al gobierno entrante: reservas por el piso y sed de dólar por parte de los ahorristas.
Alternativas que se empiezan a barajar son las de aplicar con mayor dureza las restricciones a la compra de dólares en un futuro mandato de Alberto Fernández o desdoblar el tipo de cambio. Es decir, un tipo de cambio para el comercio de bienes y servicios y otro tipo de cambio para atesoramiento.
Las ventajas del desdoblamiento son pocas, se institucionalizará el dólar paralelo pero se lo intentará marginar como un dólar ‘especulativo’ casi con connotación criminal. El problema con el desdoblamiento es que no se avizora donde podría aparecer oferta en ese segmento financiero, y las opciones se reducen a dos: o el BCRA sigue vendiendo o el precio sube.
La pregunta es cuánto puede incidir tener un dólar financiero alto en la fijación de precios. Así como están las cosas, mucho. La única ancla nominal que parece existir en la economía argentina es el tipo de cambio y su variación determina la inflación.
Sería útil que el próximo gobierno tome esta relación de causalidad y no se enrede tratando de acomodar el tipo de cambio a la variación de precios. Eso llevaría rápidamente a la espiralización de la inflación ya que los precios actualmente se fijan mirando al dólar. Sin un programa de desinflación serio será imposible lidiar con este problema.
Ya vivimos el fracaso en materia económica que fue Cambiemos por subestimar la herencia recibida y sobrestimar sus capacidades. Es sustancial evitar que el próximo gobierno peque de la misma manera.













