Hace varias semanas que el Gobierno está haciendo un esfuerzo evidente por explicar sus acciones de política económica a través de interlocutores menos habituales. Nadie duda de que la corrección política del titular de Hacienda, Nicolás Dujovne, es efectiva para los foros internacionales y las charlas con inversores. Pero como es de esperar (ya que ese es su trabajo), toda su batería argumentativa termina con un balance positivo.
Lo que sucede es que las perspectivas que tanto Dujovne como otros funcionarios del Poder Ejecutivo dibujan en el horizonte, no consiguen perforar el escepticismo que muestran algunos sectores sociales que apoyaron a Cambiemos. La metáfora del crecimiento invisible, que utilizó el propio Mauricio Macri al hablar ante la Asamblea Legislativa, se volvió un boomerang.
Como dijo el gobernador mendocino Alfredo Cornejo, la economía de Macri no enamora. La Casa Rosada lo sabe, y es por eso que pese al esfuerzo puesto en contestar a economistas críticos o empresarios quejosos, lo que se busca no es revertir las expectativas, sino moderar la onda actual de pesimismo. La receta más fácil hubiera sido extremar el gradualismo, pero esa no es la idea: si la inflación de los primeros cuatro meses del año consume la mitad de la meta de 15%, es porque consideraron necesario concentrar en ese período los ajustes de tarifas, ya que si se los escalona o se reparten a lo largo de todo el año su efecto en la reducción del gasto no es igual. El consuelo lo ponen en 2019: la comparación interanual permitirá mostrar índices más bajos en el arranque del año electoral.
Hay un activismo diferente, percibido desde que el Banco Central salió con fuerza a contener el dólar para que la suba no derrame más aumentos de precios. Los gremios grandes e independientes también están contribuyendo: la cláusula de revisión traduce el pedido de fijar una base y después ver.
Sin rivales políticos que lo enfrenten, el Gobierno hoy está peleando contra su propia sombra, la que prometió un bienestar económico que está haciendo transpirar al equipo que lo debe gestionar.