

Usualmente el relato de un gobierno suaviza y/o justifica a la realidad. Veremos que esta administración tiene un relato que además de desafiar a la realidad, también la niega. El relato oficial dice que la inflación se desacelera notablemente, respecto del año anterior; disminuyendo en más de 10% anual su variación. Según el gobierno nacional el dólar blue es insignificante y con su política económica anti-cíclica se está reactivando la economía. Ahora, repasemos la realidad económica argentina; si bien es cierto el descenso inflacionario, también es cierto que la inflación actual está reprimida por un considerable atraso del tipo de cambio oficial. Este año, tanto la política fiscal, como la monetaria son mucho más expansivas, por lo que la inflación estructural de la Argentina se mantiene en el escalón del 35% anual. Más allá de un dólar blue insignificante, el cepo al dólar decidido por el Poder Ejecutivo Nacional es enorme. Prueba de ello, hoy la demanda potencial de dólares (los pasivos monetarios del BCRA) asciende a casi $ 900.000 millones, en tanto que las reservas internacionales en dólares (sin los yuanes) se acercan a los u$s 24.000 millones. No hace falta dividir estos dos números, para entender lo difícil que es recuperar un verdadero mercado único y libre de cambios, y esa es responsabilidad exclusiva de este gobierno. La política económica anti-cíclica promocionada por el gobierno no es tal, ya que esa expansividad monetaria y fiscal lleva más de un lustro de práctica y en el segundo mandato de la presidente produjo mayor inflación y estancamiento económico. En el rubro de las reservas internacionales, en el transcurso de este año el swap con China creció en yuanes el equivalente a u$s 6000 millones, por lo que las reservas en dólares vienen cayendo u$s 4000 millones y descenderán más en el último tercio del año.
En síntesis, hoy no sólo tenemos un problema con la inflación, también carecemos de una buena medición del tipo de cambio. Respecto de la inflación, por un lado la real es casi el doble del registro oficial. Basta con repasar los números de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, de San Luis, de Santa Fe y Tierra del Fuego. Por otro lado la inflación real está contenida artificialmente por el atraso cambiario del dólar oficial. En lo concerniente al tipo de cambio, el dólar bolsa es un 50% más elevado que el dólar oficial, aunque podría ser mayor aún, si no hubiera controles y aprietes, con un Banco Central que vende dólares oficiales a futuro baratos y que infla sus reservas internacionales; y con un sector público que ofrece bonos en dólares, todo lo que puede.
Estado de situación delicado, aunque reversible
Sin dudas que la herencia económica que recibirá el nuevo gobierno será bien pesada. Los termómetros que miden el estado de situación de nuestra economía funcionan mal y no tenemos auditoría externa de nuestros registros. Todas son aproximaciones, una economía que no crece, con una inflación inercial en torno al 35% anual, déficit fiscal primario del orden del 7% del PBI, atraso y presión cambiaria con un Banco Central pobre en reservas internacionales, default parcial de nuestro endeudamiento, costos en dólares altos y problemas con la creación de empleos en el sector privado. Adicionalmente, el nuevo gobierno empezará su gestión sin luna de miel, ya que en los últimos 20 días del año el Tesoro tiene una inmensa necesidad de pesos y seguramente el BCRA estará imposibilitado de asistirlo, en tanto que en enero de 2016 el sector público nacional tiene un vencimiento con el Central por casi u$s 10.000 millones y sería imprudente que le pague con otra letra intransferible.
La situación es delicada, sin embargo en la actualidad estamos mucho mejor que en 2001, cuando los bancos en sus activos estaban llenos de bonos públicos y de préstamos hipotecarios en dólares cuya capacidad de pago en esa moneda era nula. En ese momento tuvimos una desdolarización compulsiva, default de nuestro endeudamiento y congelamiento de los depósitos. Hoy, el sistema financiero está fuerte, tanto en liquidez, como en solvencia; no existen préstamos en dólares sin capacidad de pago en esa moneda y la deuda pública en manos del sector privado es baja. No están dadas las condiciones en el presente, para repetir la crisis del 2001; ésta es una economía más parecida a la de los 80, con inflación y devaluación en alza, pero de intensidad mucho menor que la de 30 años atrás.
Reiteramos, la situación actual es delicada, ya que llevamos casi una década de inflación elevada y creciente. Además, el tipo de cambio real es muy bajo, a valor hoy la tasa de cambio promedio de los 12 años de administración Kirchner es de $14 por dólar. Juega a favor de revertir esta delicada situación, que los candidatos con posibilidades de acceder a la presidencia de la Nación, tienen un buen diagnóstico económico; saben que deberán modificar la política económica. Pero, tener un buen diagnóstico es condición necesaria, más no suficiente. Para curar al enfermo se requiere con urgencia buenos médi cos, que además deben ser cirujanos expertos y que aún con todas esas cualidades, tal vez tengan que operar más de una vez a la Argentina, la que a su vez tendrá que ser más paciente que nunca.










