Al desconcierto y la interna feroz en el oficialismo por el rumbo económico acordado con el FMI se le suma el oportunismo de sectores de la oposición para vender recetas milagrosas contra la inflación, como el "proyecto dolarizador" de un diputado de Juntos por el Cambio (JxC). Analicemos el tema: Si Estados Unidos ofreciera una unión monetaria "a la europea", todo sería distinto. Más allá de que Washington no muestra ningún interés en el asunto, ¿por qué habrían de impulsar Brasil, México, Chile o Colombia algo así? Con las commodities que exportan con precios elevados, como en la actualidad, el ingreso de dólares extra aprecia sus monedas (el dólar cae en esos países) y amortiguan el impacto en precios internos. Cuando Estados Unidos sube rápido la tasa de interés (para enfriar su economía y desacelerar inflación), salen capitales de los emergentes hacia Estados Unidos, el dólar se fortalece en el mundo y caen los precios de las materias primas. Entonces, las monedas de la región se devalúan, mejoran su competitividad y garantizan el ingreso de dólares por la balanza comercial. Funcionan justo al revés del ciclo estadounidense. Si por arte de magia, solo Argentina dolarizara su economía, ¿qué sucedería el día que salieran capitales de países emergentes, Estados Unidos apreciara el dólar, cayeran los precios de las commodities, todos los países de la región devaluaran y se redujera drásticamente el ingreso de divisas? La economía dolarizada debería ajustar con una deflación de precios y salarios (en dólares), forzada por la recesión y el salto de la desocupación. El diputado y economista de JxC, LucianoLaspina, me recordó esta cita de Milton Friedman (The case for flexible exchange rates, 1953) pertinente para un shock externo en una hipotética "Argentina dolarizada": "Si los precios internos fueran tan flexibles como los tipos de cambio, haría poca diferencia que el ajuste sea hecho a través de cambios en el tipo de cambio o en cambios en los precios internos. Pero esta condición claramente no se cumple. Al menos en el mundo moderno, los precios son altamente inflexibles". "La inflexibilidad de precios -decía Friedman- significa una distorsión en el ajuste en respuesta a cambios a las condiciones externas. Los salarios tienden a estar entre los precios menos flexibles. En consecuencia, es probable que se produzca un aumento del desempleo antes que una reducción de los salarios. Este es claramente un método muy ineficiente de ajuste ante cambios en el sector externo. Si los cambios externos son persistentes, el desempleo producirá presiones firmes a la baja sobre precios y salarios, y el ajuste no se habrá completado hasta que la deflación haya completado su curso". El realismo de Friedman contrasta con los oportunistas que ofrecen recetas mágicas para enfrentar un problema complejo. Ven un modelo a seguir en los casos peculiares de Ecuador o El Salvador, en lugar de la mayoría de países emergentes con economías estables, baja inflación, crecimiento sostenido, moneda nacional y tipos de cambios flexibles.