

La Argentina se hubiera ahorrado varios disgustos y padecimientos económicos si la disputa electoral no hubiera girado en torno al pasado. Los inversores están aceptando que la gestión de Alberto Fernández tendrá muchos puntos de contacto con el kirchnerismo, pero no será una réplica de lo que hizo Cristina cuando estuvo en la presidencia. Y por eso el mercado está corrigiendo al alza los precios de los activos argentinos, ante la percepción de que no hay que temer un default ni una avalancha de emisión monetaria que agregue nafta al fuego.
El año económico y financiero de la Argentina estuvo partido en dos: antes de las PASO y después de las PASO. Con la expectativa que habían transmitido algunas encuestas de que Mauricio Macri todavía tenía chances de continuar en el poder, los inversores sostuvieron una cuota de optimismo que, con el diario del lunes en la mano, fue exagerado. Pero la reacción al triunfo de Fernández también fue exagerada: el dólar pasó de $ 45 a $ 60 en apenas cuatro días y todo el horizonte se oscureció de golpe: la devaluación disparó los precios y el escaso financiamiento voluntario que tenía el Tesoro desapareció por completo. Enseguida hubo que adoptar medidas de emergencia, el reperfilamiento de la deuda y el cepo light.
El deterioro iba en aumento y aunque Macri no perdía la esperanza de dar vuelta la elección, las proyecciones económicas para el 2020 estaban todas teñidas de rojo. Cuando la elección de octubre confirmó la votación del 11 de agosto, las elucubraciones esta vez empezaron a girar en torno al verdadero poder de Cristina en el gobierno de Alberto.
Con la mirada puesta hacia atrás, exacerbar la grieta no fue buen negocio para la economía. Pero tampoco ayudó el secretismo con el que el actual gobierno procesó sus decisiones después del 27 de octubre, así como la escasa participación que tuvieron sus equipos en la transición. Es probable que no se tratara solo de voluntad, sino también de restricciones políticas. A Alberto le llevó mucho tiempo conseguir que leudara el gabinete, e incluso arrancó el 10 de diciembre sin definiciones en las segundas líneas.
La pregunta que queda en pie, como aprendizaje para el futuro, es cuánto se puede daño colateral se puede evitar con un proceso más transparente, que ayude a despejar la desconfianza interna y externa, y que le otorgue un valor más real a las palabras. El tremendismo que aportamos los argentinos como sociedad tampoco es positivo. Hay expresiones que pesan mucho en términos nominales pero poco en términos reales. La distancia que hay entre las especulaciones pasadas de un potencial default, a la realidad de un paquete fiscal que aportará 1,5% del PBI es demasiada como para ignorarla.













