El comunicado de Juntos por el Cambio que lanzaba advertencias por la herencia económica de Alberto Fernández, hizo aterrizar un debate que estaba en el aire, pero no de la mejor manera. Más allá de que sus conceptos son compartidos por la mayoría de la profesión, referentes de JxC, como Hernán Lacunza y Eduardo Levy Yeyati, aceptaron que fue un poco desafortunado hablar de "bomba de tiempo".

Hay una preocupación evidente, compartida por todo el mercado financiero, sobre cómo resolverá el Gobierno el espinoso sendero de vencimientos de la deuda en pesos, que crece con velocidad a partir de marzo. pero nadie acierta aún un camino efectivo para evitar su estallido. El Gobierno asegura que los opositores quieren que la economía explote antes de las elecciones, y que por eso lanzan evaluaciones desestabilizadoras. Los opositores sostienen que el oficialismo solo posterga el momento de la crisis, sin adoptar medidas de fondo, y que por eso no puede comprometerse con adoptar alguna política racional basada en el reconocimiento de las obligaciones (o sea, no reperfilar). En el medio, el BCRA sigue acumulando títulos y haciendo que el tsunami de pesos no deje de crecer.

El mayor riesgo nace del silencio que impone la política electoral. No hay por ahora economistas que se jueguen a respaldar una reestructuración. Los referentes de JxC entienden que habrá que buscar una refinanciación lo más amigable posible, pero nadie se anima a ponerlo por escrito. Si todavía no hay candidatos, mucho menos hay planes definidos para 2024.

El equipo económico aprovechó para desafiar los latigazos opositores con un racionalismo que ni su propio gobierno podría garantizar. "¿Y si para que la deuda no crezca más buscamos todos, como política de Estado, aprobar un presupuesto sin déficit fiscal primario?", propuso por Twitter el viceministro Gabriel Rubinstein. Ayer volvió a reafirmar la necesidad de cumplir con las metas de déficit.

La política podría buscar algún consenso para evitar estos zarandeos. El factor que lo impide es que la deuda sigue siendo uno de los arietes favoritos del kirchnerismo contra la administración de Mauricio Macri. Y el problema es que se sigue discutiendo su sustentabilidad, cuando en realidad hay que hablar de si el gasto que la origina es sustentable o no. Bajar ese peso es la mejor forma de asegurarse que el endeudamiento (ya sea en pesos o en dólares, interno o externo) deje de ser el centro de la discusión, cuando debería serlo un Estado que solo sabe devorar recursos.