

Acaba de aparecer un libro muy interesante para evaluar la actitud de esa minoría que se supone piensa en la Argentina. Se titula: "¿Que fue de los intelectuales?". Su autor es el historiador de ideas italiano Enzo Traverso, graduado en la Universidad de Génova, pero doctorado en París,donde ejerció durante años la docencia.En estos días enseña en la universidad Cornell de los Estados Unidos en donde fue entrevistado. Es un texto corto de preguntas y respuestas, de rápida lectura donde Traverso despliega toda su filosofía y su crítica vapuleadora contra aquellos que en el mundo se consideran intelectuales, pero lo único que hacen es alabar a los gobiernos,convertirse en militantes para consolidar o usar el poder de turno. O se convierten en estrellas mediáticas, bien maquilladas, pero con sus cabezas vaciadas de contenido.
En la Argentina no deberíamos sentirnos aludidos. Desde hace varios años están presentes en la opinión pública varias instituciones dispuestas a señalar los equívocos y pasos equivocados de la administración kirchnerista-cristinista. Y desde hace un tiempo muchos de sus integrantes firman sus notas en los periódicos de tiraje masivo o participan de programas televisivos o de radio y ponen límites a los abusos practicados por los que intentan manejar los hilos desde la Plaza de Mayo.
El intelectual que se muestra pasivo, que acepta calladamente el relato que viene desde arriba o bien construye los argumentos que fabrican en soledad con un lenguaje críptico para justificarse, serían seres sometidos que suelen integrar un grupo cerrado de alabadores. Punto. Es como si no pensaran.
Traverso es terminante : si no es crítico del poder, carece de las dotes del intelectual. Es por eso que Traverso elogia al periodismo, a la escritura constante de profesionales de distintas corrientes, que le ponen límites al poder y le piden que se mire en el espejo, el intelectual deseado.
Traverso recorre los últimos siglos. Señala que el modelo del intelectual ideal es Emile Zola, el escritor francés, quien desde su Yo acuso en la defensa del capitán Dreyfus, a fines del siglo XIX conmueve a Francia masivamente atrapada por las acusaciones de traición, sumida en el antisemitismo, un caso que traslada la pelea entre los poquísimos defensores de acusado y los antidreyfusistas a toda Europa.
El primero en utilizar el término intelectual será George Clemenceau, aliado a Zolá, en su diario LAurore. Traverso no disminuye en valor a los pensadores del siglo anterior, el de las luces que sostuvieron los cimientos de la Revolución Francesa. Serán los antidreyfusistas, luego devenidos en ultranacionalistas y en doctrinarios del fascismo, los que subestimarán a los solitarios pero valientes intelectuales acusándolos de llevar una vida puramente cerebral, desvinculada de la naturaleza, encerrado en un mundo artificial.
Traverso opina que la figura del intelectual transitó casi todo el siglo XX, pero se esfuma en el siglo que ahora habitamos, en el período que se inaugura en 1989 con la caída del Muro de Berlín. Los intelectuales estuvieron llamados a desempeñar un papel de importancia en los movimientos políticos e ideológicos, marcado por el cimbronazo de las tormentas sociales importantes.
Comunismo - Anticomunismo, Liberalismo versus sus adversarios, la Guerra Civil Española , la Resistencia italiana y francesa contra la ocupación alemana, la lucha contra las armas nucleares, la Guerra de Argelia y la de Vietnam, la lucha por los derechos civiles de los negros.
En estos días, en la Argentina, Carta Abierta, la organización de intelectuales kirchneristas, tras once años de justificar todos los actos del gobierno, utilizan el mismo lenguaje de la Presidenta y presenta como enemigos del presente a las provocaciones, las presiones devaluatorias, los intentos de saquear el bolsillo popular con carestías y desabastecimiento. La administración oficial parece no haber tenido responsabilidad en ninguno de sus definitivos errores de gestión. La culpa de todo la tienen los empresarios, los buitres y halcones que merodean antes de desgarrar a la presa. Para ellos, dueños de la verdad, hay una confabulación un poco siniestra, convengamos, según sus ojos y oídos, que tiene como objetivo aniquilar el Proyecto Nacional y Popular. O progresista. Es un tiempo de extremo riesgo.
No hay otro país real, cotidiano, llamado Argentina, que está padeciendo la inflación, la recesión, el cepo peligroso en el sector externo que paraliza la producción. No. Argentina, para ellos, es una nación a la que no la dejan avanzar los enemigos imperialistas, fuerzas extrañas y diabólicas, como algunos medios de comunicación, siempre dispuestos a arañar y hacer daño. Dispuestos a cuestionar a un gobierno que tiene un vicepresidente y a innumerables funcionarios procesados o sindicados como corruptos o enlazados con intereses mal olientes.
¿Que diría Traverso de los hombres de Carta Abierta?.












