

Lo que se encaminaba a ser un diciembre tranquilo, dejó de serlo. De manera sorpresiva, el juez federal Claudio Bonadio, dictó el procesamiento con prisión preventiva de Cristina Kirchner y pidió su desafuero al Senado de la Nación. Pero hay más: también ordenó la detención del ex secretario de Legal y Técnica y ex candidato a vicepresidente, Carlos Zannini; del ex canciller Héctor Timerman; del piquetero Luis DElía, de Fernando Esteche (ex líder de la agrupación Quebracho) y del militante islámico Jorge Alejandro Khalil, otro de los apuntados por el fallecido fiscal Alberto Nisman en su denuncia por el supuesto encubrimiento del atentado a la AMIA.
Cristina, que durante su presidencia, no mantuvo casi contacto con la prensa, brindó una conferencia improvisada donde acusó directamente al Gobierno de ejercer una persecución política. Bonadio, en tanto, que no había prestado atención al kirchnerismo durante su mandato, ahora parece ir hasta los huesos.
La sociedad, en los próximos días, seguramente preferirá hablar de Cristina y su pedido de desafuero antes que ocuparse de los aburridos y tediosos problemas económicos. Tiene su lógica, ya que para muchos la revisión del pasado tiene más peso en la proyección de futuro del país que las reformas que el Gobierno quiere que se voten en el Congreso. Además, los analistas aseguran que la decisión del juez no moverá el mercado ni hará tambalear el dólar ¿Entonces, para qué preocuparse?
Sin embargo, un país que más allá de la herencia recibida sigue hambriento de capitales, que gasta más de lo que produce y que tiene una inflación que, aunque esté bajando, sigue siendo altísima, tiene motivos suficientes para estar preocupado por otras cuestiones que tienen más impacto que el revisionismo judicial. Si diciembre venía complicado, definitivamente ahora se transformó en un caldero. Lo que resta saber es este panorama permitirá abrir apuestas sobre las inversiones que deben llegar en 2018.













