

Hace dos meses, en una de las últimas reuniones previas a las elecciones de septiembre pasado, Axel Kicillof, reunido con casi los mismos intendentes con los que se encontrará este viernes, pidió que todos los presentes dieran su impresión sobre lo que deberían hacer una vez terminada la contienda electoral y cómo debía seguir la relación con Cristina Kirchner y su hijo Máximo.
Fue en ese momento en el que, fiel a su estilo, seco, casi sin emociones, Jorge Ferraresi, el intendente de Avellaneda, cortó en seco dicha ronda de discusión y dijo: "Axel, somos todos grandes, acá cada uno tiene una mirada y vamos a escuchar más o menos cuarenta opiniones. Decidí vos lo que hay que hacer, porque en el peronismo, se conduce". Elípticamente, además, "Ferra" le daba una clase de conducción política.
Tras la sorpresa, el gobernador expresó su idea de sostener un acuerdo siempre y cuando se den algunas circunstancias que, inevitablemente, no se produjeron.
Su relación con Cristina Kirchner pasó de fría a nula. Si bien estuvieron casi un año sin hablarse, y la última foto juntos data de un encuentro en el Teatro Argentino de La Plata con Estela de Carlotto entre ellos, en el encuentro de hace veinte días en la casa donde la ex presidenta cumple su condena por corrupción fue terminal. Solo se dijeron las cosas que creían que debían decirse, pero nunca hubo ni un intercambio de opinión o consulta entre ambos.
Esta semana, esas diferencias, frialdad y distancia se potenció. Desde las usinas de San José 1111, donde aún buena parte del peronismo está encadenado a la tobillera de la dueña de casa, salieron las más fuertes críticas hacia el gobernador por su decisión de adelantar las elecciones provinciales, hecho político que CFK consideró como parte de la estrategia que desembocó en su prisión y, ahora, le agrega que fue esa situación la que terminó con la derrota electoral peronista en la Provincia, como si hubiera habido alguna fecha electoral desde 2005 hasta acá en la que el kirchnerismo ganara una intermedia.

Por eso, cuando Carlos "Carli" Bianco le pidió a Mario Secco que saliera a hablar en nombre del axelismo y el Movimiento al Futuro, el intendente de Ensenada, antiguo celador de todo lo que hacía la ex presidenta y su hijo, cruzó como su apellido lo dice al ministro de Gobierno y vocero provincial. "Es la última vez que lo voy a hacer. A partir de ahora, o rompen, o arréglense solos", disparó.
Las tensiones sobre el desdoblamiento nunca terminaron y luego del domingo, con el resultado puesto y la derrota bonaerense, la crisis se agudizó. La cara de Máximo Kirchner cuando Axel Kicillof agradecía el trabajo de los intendentes merecía ser tendencia. Y eso que todos, hace cuatro años, le regalaron la presidencia del PJ bonaerense conducida por Gustavo Menéndez y Fernando Gray.
Ese mismo domingo, en Ezeiza, Gastón Granados, hijo del histórico "barón" Alejandro, siempre alineado con Martín Insaurralde, tiró la bomba: "Hay que dejarse de armar listas sin tener en cuenta a los intendentes, que somos los verdaderos dueños de los votos". El palo fue para Cristina, su hijo Máximo y, en alguna medida, para el todavía muy callado Sergio Massa. ¿Cuánto tiempo más pasará para que diga lo que está pensando?

Que Granados, parte fundamental del otrora ejército alineado con el ex jefe de Gabinete y ex pasajero de El Bandido dijera lo que dijo, también remarca que ya no todos seguirán acompañando las decisiones del jefe de La Cámpora, con el que siempre hacían tándem.
Los intendentes no son los dueños de los votos, pero son los que saben cómo y por qué motivo hay que irlos a buscar. Cada uno de ellos atesora, solo en sus celulares, más de 3000 contactos, el 95% vecinos de su localidad sin cargo ni pretensiones, salvo que, en el momento indicado, puedan recibir ese gesto de cercanía que significa un turno médico, una asistencia ante una adversidad, el arreglo de la luz o el bache de la cuadra.
Esto, a la suma de dos años, hace que, un día, en un momento, el jefe o su asesor le pidan, sutilmente, si pueden devolverle el favor e irlos a votar. Y, si la persona tiene algún inconveniente adicional, hasta le ponen el vehículo y el chofer para cumplir con la obligación de la contraprestación. A su vez, todo esto, se debe multiplicar por lo menos por cincuenta funcionarios con poder de firma que, a su vez, hacen también otros favores.
El peronismo kirchnerista nunca ganó una elección de medio término siquiera en sus mejores momentos, salvo en 2005, cuando Néstor Kirchner mandó a su esposa a pelear el territorio bonaerense contra la mujer de Eduardo Duhalde, Hilda "Chiche" González de Duhalde. El duelo zanjó la conducción del peronismo hacia adelante y eso es lo que está nuevamente en discusión.

Si bien el domingo pasado Fuerza Patria consiguió más de 150.000 votos con respecto de septiembre pasado en el territorio, la diferencia estuvo en la concurrencia de los electores "independientes", alrededor de 850.000 personas, quienes fueron en socorro de Javier Milei por múltiples factores, entre ellos, "el miedo kuka" y "el temor que todo vuele por los aires" por los desaguisados realizados por el propio equipo económico oficial.
Nadie dijo que fue a votar porque Diego Santilli quedó a cargo de la campaña y como cabeza de lista virtual. Sin embargo, el resultado revitalizó al semi calvo colorado. En la cabeza de Karina Milei ya existe una fórmula con Sebastián Pareja, que el presidente libertario bonaerense ya confirmó, aunque siempre hay tiempo para pensar quien será primero y quien segundo.













