La ignorancia mata y la arrogancia y la poca solidaridad, también. El coronavirus que nació muy lejos de la Argentina pero cuyo ingreso al país era cuestión de días, pone en relieve que mucho de lo que termine sucediendo estará anclado al comportamiento individual.

La decisión de cerrar el país, de realizar una cuarentena total, a pesar de la grave crisis económica que se atraviesa, fue la mejor medida que tomó el Gobierno. No hay margen para la duda. Los ejemplos de los estragos que puede causar la pandemia están en China, pero también en Italia y España, países que a los argentinos, por cuestiones culturales, nos resultan más cercanos.

Pero ahora, las cartas están del lado de la población. Una población que no suele comportarse de la mejor forma. Ejemplos sobran. Entre ellos, los miles de turistas que decidieron, a pesar de las advertencias oficiales, viajar a la costa durante estos días como si la cuarentena fuese una suerte de vacaciones solapadas. La rotonda de Pinamar fue testigo de la cantidad de personas que con sus vehículos a paso de hombre llegaban a esa ciudad de la costa bonaerense. También, la irresponsabilidad de cientos de pasajeros que llegaron a Ezeiza desde Europa o Estados Unidos y a pesar de tener síntomas nunca declararon que los tenían.

Facundo Corvalán, argentino, 21 años, jugador de Básquet de la segunda división de España, llegó desde Madrid, ciudad donde reside, con síntomas de padecer coronavirus. Lo informó. Luego los análisis le dieron positivo, Corvalán ahora se recupera en su Junín natal. La historia de Corvalán vale mencionarla porque, así como está repleto de irresponsables, también están, que por suerte son mayoría, los que piensan en los demás. En las redes sociales, el basquetbolista escribió una suerte de carta abierta donde relata lo siguiente. "En España, las medidas de aislamiento que se tomaron como país, las hicieron muy tarde, cuando ya la cantidad de contagios que circulaban eran muy altos y obviamente se volvió todo muy difícil de controlar.

Por eso les pido que tomemos conciencia y valoremos la oportunidad que tenemos todos los argentinos para evitar que nos pase de igual manera. Por ejemplo, en el vuelo en el que llegué, fue incontable la cantidad de gente que tosió sin parar durante todo el viaje...y en la declaración jurada solamente cuatro personas fuimos sinceros diciendo nuestros síntomas y aceptando hacernos los controles una vez aterrizados en Ezeiza".

Lo que dice Corvalán resume a la perfección lo que pasa cuando los seres humanos nos comportamos como animales. La contracara de Corvalán puede ser el ahora arrepentido Miguel Ángel Paz, que le pegó al guardia de seguridad del edificio donde vive con tal de no cumplir la cuarentena, o el irresponsable que ayer llegó desde Uruguay y mintió sobre su procedencia original, Europa.