

La jornada del 9 de diciembre dejó más preguntas que certezas. En el corazón del Congreso, un movimiento inesperado alteró el rumbo fiscal del país y abrió un debate sobre las consecuencias inmediatas.
El proyecto de reforma tributaria, valorado en 16 billones de pesos, no logró pasar el filtro de la Comisión Cuarta del Senado. Para algunos, era un resultado previsible; para otros, el inicio de un escenario económico más incierto. Las miradas se dirigieron rápidamente al Gobierno.
Las reacciones no tardaron. Desde la Casa de Nariño, el presidente Gustavo Petro lanzó un mensaje que despertó inquietud política y económica, sin revelar de inmediato el alcance real de sus advertencias.

Hundimiento de la reforma tributaria y posición del Gobierno
El proyecto obtuvo solo 4 votos por el sí y 9 por el no, lo que llevó a su archivo inmediato. El presidente Petro calificó el episodio como una expresión de “odio político” que, según él, se impuso sobre el interés nacional. Señaló que una economía boyante y unos megarricos con utilidades crecientes podían aportar más, especialmente en un contexto de déficit fiscal.
Para el mandatario, permitir que la carga recaiga en los sectores más vulnerables no es una opción. Afirmó que, mientras su administración continúe, evitará que la crisis fiscal sea pagada por los más pobres y advirtió que las “consecuencias imprevisibles” ya empezaron a evidenciarse.
El ministro de Hacienda, Germán Ávila, respaldó la postura del presidente. Indicó que el Gobierno evaluará todas las herramientas disponibles para cumplir el Plan Nacional de Desarrollo y garantizar la estabilidad macroeconómica. Según Ávila, la reforma tributaria no solo buscaba recursos para 2026, sino asegurar un equilibrio fiscal de mediano plazo.
Debate fiscal: ¿era necesaria una nueva reforma tributaria?
Expertos consultados coincidieron en que Colombia enfrenta un serio desafío fiscal. Para Oliver Pardo, del Centro de Competitividad de la Universidad Javeriana, la reforma era necesaria, pero con un enfoque distinto: reducir el déficit y frenar el crecimiento de la deuda, más que ampliar el gasto.
Otros analistas señalaron que algunos impuestos propuestos, como los saludables, generan un dilema. Si el consumo disminuye por efecto del gravamen, el recaudo también cae, lo que complica la meta fiscal. Mauricio Salazar, del Observatorio Fiscal de la Javeriana, explicó que estos mecanismos funcionan para modificar hábitos, pero no garantizan ingresos sostenidos.
Con la reforma archivada, el país entra en una fase de expectativa. El Gobierno deberá definir si insistirá con nuevas iniciativas o si adoptará medidas extraordinarias en medio del debate político y económico que sigue creciendo.











