

“Cuando me preguntan: ¿Cómo ha escrito usted sus novelas?, suelo cortar en seco esta línea de interrogatorio respondiendo: De izquierda a derecha”, bromea el semiólogo italiano Umberto Eco en las primera páginas de “Confesiones de un joven novelista” (Lumen), libro que reúne ensayos sobre su forma de trabajar, claves para leer sus obras y también responde a interpretaciones de sus lectores.
Una rápida aclaración que al parecer lo enerva, es sobre la inspiración al escribir, el autor de “La isla del día de antes” y “Baudolino” no anda con rodeos y afima: “inspiración es una mala palabra que los autores tramposos utilizan para parecer intelectualmente respetables”.
Más adelante cuenta que los primeros críticos que escribieron acerca de “El nombre de la Rosa” decían que el éxito radicaba en que había sido escrita “bajo la inspiración luminosa” ó que el boom de ventas era porque “había sido escrita con ordenador”. A lo que Eco respondió con un texto burlón que se reproduce en el libro. “El genio es un diez por ciento inspiración y en un noventa por ciento transpiración”, concluye.
En “Confesiones…” el autor también reflexiona sobre tipos de autores, textos y lectores desde una óptica semiológica y de competencia del conocimiento. ¿Cuánto hay que saber de literatura e historia para disfrutar en plenitud una obra de Eco?, es la pregunta que ronda en las páginas posteriores.
Entre Ana Karenina de Tolstoi y las obras propias, el escritor nacido en Alessandria en 1932 define los mundos que puede crea el autor, habla sobre los personajes ficticios que parecen tener existencia real y la suspensión de la incredulidad necesaria como lectores.
Anécdotas, recuerdos y discusiones que tuvo con lectores y críticos completan este volumen que forma parte de un ciclo de conferencias que el autor impartió en EE.UU.













