

Con el agua servida a los pies, en un túnel maloliente, mohoso y podrido lleno de ratas alborotadas, un grupo de integrantes de la guerrilla uruguaya Tupamaros escapa del ejército por los subsuelos de Montevideo en 1971.
-Tiren, tiren- ordena José Mujica, alias “Facundo”, alias “Emiliano”, comandante de la columna 10, mientras repite sus disparos-. ¡Busquen refugio!
Para ellos no era novedad caminar, correr, fugarse en cuatro patas por las cloacas de la ciudad con la mierda hasta la mitad del cuerpo. Lo hacían desde principios de la década del 60’ con suerte dispar: a veces, con precisión milimétrica, desembocaban en casas de compañeros; a veces, los cosían a balazos.
-¿Estás bien?- Mujica corre hacia una compañera herida.
-Me dieron en el culo, no es nada-respondió ella-. Puedo seguir.
Situaciones como esta abundan en el libro Pepe Mujica, el revolucionario del escritor y periodista uruguayo Walter Pernas, una biografía novelada que describe la niñez pobre pero no miserable que vivió el actual presidente del país vecino, la relación con Lucy, su madre y mentora política; además, detalla los años como preso itinerante desde 1972 hasta 1985 en los calabozos -”tumbas”- durante la última dictadura y analiza cómo se convirtió en referente de la izquierda democrática dentro del Frente Amplio.
Pernas es montevideano y nació en 1971. Galardonado con el Premio Morosoli en periodismo escrito (2010), trabaja en el semanario Brecha y es columnista sobre temas judiciales y de derechos humanos en Radio Uruguay. Su especialidad es el periodismo de investigación.
“Seré todo o no seré /mas es mi lema luchar/para ingresar en las filas/de los que saben triunfar: y colmar la aspiración de mi Patria y mi Mamá”. El texto se titula ‘HACIA LA CUMBRE‘, así, en mayúscula, y lo escribió el propio Mujica a los 14 años, en 1949, cuando era fanático del ciclismo y vendía flores en ferias vecinales para ganarse la vida, cuando su madre repetía a todo el mundo que su hijo iba a ser presidente.
“La madre era una mujer política por donde se la mirara. Viene de familia de dirigentes y tiene una impresionante agudeza para analizar, advertir, prever hechos políticos. Entonces pelea para que su hijo se convierta en un político mayor, uno que llegue a donde ella no puede llegar, por los avatares de su vida, y porque es mujer en un mundo donde el machismo se hace aún más fuerte en la política. Deposita toda su fe en Pepe y lo acompaña activamente en todo el recorrido hacia el objetivo. Cuando dice que su hijo será presidente de la República, lo hace desde un convencimiento de madre, pero también inspirada en su particular cualidad de poder adelantarse a los acontecimientos políticos. Es, claro, una expresión de deseo, pero no sin argumentos sólidos que la cimenten. Ha descubierto que su hijo tiene el don de la palabra y que logra convencer a sus pares y rodearse de estudiantes y otros muchachos y muchachas que lo siguen”, señala Pernas.
-En un momento Tupamaros crece ¿Cómo colaboró él en la expansión de la guerrilla?
El MLN crece por sus acciones del estilo ‘Robin Hood‘. Es decir: roban camiones de comestibles, leche, abrigos para repartir entre los pobres. Realizan actos de propaganda inteligentes, por ejemplo tomaron una pequeña ciudad como Pando en 1969 a fin de mostrar su poderío estratégico; expropiaron y denunciaron financieras clandestinas que explotan a la gente, y a banqueros corruptos. Mujica interviene en todas estas acciones y colabora de esa manera en el crecimiento del MLN. También ayuda con su gran capacidad de convencer estudiantes y obreros para que se sumen a la lucha revolucionaria. Hace gala de esa virtud persuasiva que ya había descubierto su madre, pero lo más importante es que trata de ser selectivo y promover a la guerrilla a aquél o aquella verdaderamente convencidos del objetivo revolucionario, no a quien le preocupa tirar cuatro tiros para sentirse un guerrillero como si se tratarse de un asunto de moda.
-Mujica tiene una postura heterodoxa de la lucha armada, como menos rígida. En el libro hay ejemplos de algunos guerrilleros que prohibían tomar coca-cola a sus compañeros, porque era la bebida del imperio o comprar helados.
Sí, él no es ortodoxo en lo más mínimo. En eso se parece bastante al líder tupamaro Raúl Sendic, un guía aún para los líderes del MLN. Sendic les pedía a los jefes tupamaros que dejaran crecer a la gente dentro de la organización, cuando veía que había ciertas chacras de poder. Mujica cultiva el afecto dentro de su columna y coloca por encima de todo al ser humano: lo primero es el ser humano, si este se quiebra, no es posible llevar adelante la revolución, piensa Mujica. Y trabaja en ese sentido para mantener unido y fuerte al grupo que lidera. Sendic dice que la columna 10 es ‘la más fraterna‘, y en eso tuvo que ver mucho Mujica. Tienen un verdadero sentido del compañerismo y lo aplican en todo lo que hacen. Pero Mujica, como los de su columna, reprocha a quienes vienen con fórmulas revolucionarias que implican la verticalidad excesiva y accesoria, rayana en la estupidez, como la supuesta orden de no poder tomar un helado, aún cuando una familia que cede su casa como cobertura de los guerrilleros, tiene hijos chicos. Por eso Pepe le da plata a la hija de una de las guerrilleras para que compre un árbol de Navidad, y le explica a esa madre que los niños lo deben pasar lo mejor posible, que no les niegue lo natural de la infancia, pues ellos también hacen un gran esfuerzo al vivir en las tan particulares condiciones que implica el mundo revolucionario. Por ello también se ocupa, aún en el medio de la lucha guerrillera, de repartir juguetes el 5 de enero, como un Rey Mago.
-¿Cómo fue la rehabilitación pública de Tupamaros y Mujica con la vuelta de la democracia?
Los tupamaros cumplieron con lo que pregonaron al salir de la cárcel: que iban a apostar a la democracia. No fue un camino sencillo. De hecho solicitaron el ingreso formal al Frente Amplio en 1986 y el partido los aceptó en 1989. Fueron creciendo a fuerza de trabajo político. Y eso lo lograron convenciendo a la gente en los barrios, sobre todo a la juventud. Ese trabajo no se limitaba a la época electoral. Mujica cumple con lo que promete en su primer discurso, a la salida de la cárcel. Ahí dice: ‘Vamos a salir, en la medida en que nos den las fuerzas, a caminar por la calle, a tomar un poco de mate con los muchachos por las esquinas, a conversar con la gente de las fábricas con el mismo espíritu con que fuimos, allá por el año sesenta y seis, a reclutar el primer grupo de estudiantes que debajo de sus portafolios, de sus reglas, llevaban un puñadito de sueños‘. Así, se transforma en pieza clave para el crecimiento exponencial de una masa electoral que apoya más que a los tupamaros, al gran sector que funda y del cual se transforma en líder, el Movimiento de Participación Popular, que alcanza a ser la fuerza política de mayor peso dentro del Frente Amplio.
¿Quedó en el Gobierno de Mujica algún rasgo o característica del programa inicial de Tupamaros?
Hay que recordar que el MLN no es el Frente Amplio, y que la llegada al gobierno de parte de la izquierda tiene lugar tras una evolución histórica, que implicó el crecimiento de la fuerza política con la incorporación de sectores provenientes de los partidos tradicionales, y con gente que se iba sumando paulatinamente al verse decepcionada por lo que hacían colorados y blancos en el poder, pero sin pretender un gobierno de corte socialista, tal como se lo consideraba en los años sesenta. Visto así, no hay mucho del programa tupamaro inicial en el actual gobierno de Mujica: no hay expropiaciones a grandes terratenientes, ni nacionalización de empresas ni de la banca, ni una negativa a pagar la deuda externa, por ejemplo. El actual gobierno del Frente Amplio es lo más parecido a un batllismo, es decir a ese período de reformas y cambios paradigmáticos bajo la presidencia o influencia de José Batlle y Ordóñez -principios del siglo XX- que, por ejemplo, abolió la pena de muerte, legalizó el divorcio, separó la Iglesia del Estado, creó leyes laborales y de seguridad social muy beneficiosas para los trabajadores, entre otras. Hoy tenemos matrimonio igualitario, despenalización del aborto y legalización y regulación del mercado de marihuana, esto último un experimento que pone a Uruguay en el centro de las miradas del mundo, como en su momento lo hizo el batllismo.
-Es común verlo por la calle, en tareas cotidianas, disfrutando de la murga, con poca vigilancia y en contacto con la gente ¿Qué piensa usted sobre un presidente con esas características tan poco usuales?
No son inusuales para Uruguay. Aquí artistas, políticos, personajes famosos, si cabe la definición para un país que vive todo con gran naturalidad y repudia al que se cree más que otros, pueden disfrutar de vivir entre los demás mortales, sin temores ni preocupaciones por cómo será tratado en público. Pepe almuerza en cualquier bar montevideano y así lo pueden hacer personajes nacionales o internacionales. Quizás una foto, un autógrafo, pero nada que les impida disfrutar del momento y del lugar que eligieron para pasar el rato, pasear o reunirse con amigos. Mujica siempre recuerda que, por ejemplo, su vecino del Paso de la Arena, el presidente Luis Batlle caminaba por las mañanas solo con su perro desde su casa hasta la cancha de Cerro, a varios kilómetros. El Uruguay es así. Lo dice Mujica y creo que tiene razón.













