De Laferrere al mundo

Fue el primero de su familia en estudiar una carrera, se fundió y volvió a empezar: hoy emplea a 500 personas

Adrián Anacleto creció en un contexto sin ningún privilegio. Ahora su empresa llega a toda la región con sus soluciones de innovación. Su visión sobre la meritocracia y por qué la industria del conocimiento puede ser un salvavidas al que aferrarse.

Adrián Anacleto creció en Laferrere, trabajó desde niño e iba al colegio nocturno en un contexto sin comodidades ni privilegios. Sin embargo, el actual CEO de Epidata se considera un afortunado. Tuvo suerte de encontrarse a las personas adecuadas en el camino que lo llevaron a convertirse no solo en el primero de su familia en obtener un título universitario (se graduó de la carrera de Computación en la Universidad de Buenos Aires) sino que dio vuelta su destino y ahora está al frente de una de las firmas más innovadoras que permanece en manos de capitales nacionales.

Claramente, no todo fue suerte, al contrario. En su camino tuvo más "no" que "sí": experimentó de primera mano lo que se siente ser discriminado por el código postal que aparecía en el CV y comprobó que es cierto que en una carrera no todos tienen la línea de largada a la misma altura.

Sin embargo, la industria del conocimiento le dio la posibilidad de volver a repartir las cartas. Y aunque asegura que no todo es color de rosa, aún está convencido de que se trata de "la única vía real existente y posible para que la Argentina sea alguna vez un país industrializado".

Desde Epidata -fundada junto a dos socios más en 2003- se encargan del detrás de escena de la tecnología y desarrollan lo que se conoce como arquitectura de software. Con el tiempo se fueron involucrando en el nicho de outsourcing de innovación, lo que en otras palabras significa que las empresas dejan en sus manos los proyectos de innovación.

La firma, que tiene 500 empleados y que opera en Argentina, Colombia, Uruguay, Chile, Perú y Brasil (con una próxima apertura en México para este año), trabaja con grandes firmas de áreas como telecomunicaciones, banca, tecnología, retail y salud. Algunos proyectos que vieron la luz van desde la estrategia digital de Galeno, el diseño de los home bankings de las firmas integrantes de la red Link, hasta el armado del proceso y asistencia de los vacunatorios de la Ciudad de Buenos Aires durante la pandemia.

En una charla mano a mano con APERTURA, Anacleto recuerda su primer emprendimiento. Fue a los 17 años, cuando aún estaba en el colegio, y alquiló un local en la estación de Laferrere para dar clases de computación. Tuvo tres inscriptos antes de fundirse. Pero ese era solo el comienzo.

¿Siempre tuviste la inquietud de ser emprendedor?

Al momento de elegir una carrera universitaria me interesaban un montón de cosas. Creo que no importa lo que hubiese estudiado, siempre hubiese terminado poniendo un negocio. La vocación es un río y el río siempre busca el mar. Y nunca me faltaron ganas ni vocación. Estudié Computación porque de chico me gustaban los dibujitos animados de robots y yo quería programar mi robot, tan poco como eso. De hecho, mi tesis de licenciatura fue programar algoritmos de inteligencia artificial. La suerte te ayuda muchísimo en la vida. Necesitás muchísimas horas de práctica, pero además, mucha suerte. Yo tuve suerte porque no tengo familia que haya estudiado en la universidad, mi papá no terminó la primaria y mi mamá no terminó el secundario. Yo iba a una escuela nocturna en Laferrere, laburando todo el día, y una profesora me dijo que si iba a estudiar, iba a ser difícil en todos lados, entonces tenía que ir al mejor. Exactas en la UBA. Y me recibí de científico. La curiosidad mía se encausó ahí.

Por lo que contás, la suerte fue apenas un instante. El resto fue remar y remar...

Me acuerdo que me volví llorando el primer día de clases, porque no entendía nada. ¿Sabés lo que es llegar de una escuela nocturna del conurbano y encontrarse con pibes de colegios como el Pellegrini o el Buenos Aires? Volví a hablar con esa profesora y ella me dio los libros de Matemática y yo le preguntaba lo que no sabía. Pero la suerte volvió a aparecer mil veces: con el primer cliente, conociendo contactos y muchas cosas más en las que uno no se da cuenta que tiene suerte. Pero sin el esfuerzo, no sirve de nada.

¿Qué opinás de la meritocracia?

Mi opinión fue cambiando. Sigo pensando que es muy importante que uno pueda llegar a los lugares por ser lugares objetivamente ganados. Incluso estoy en contra de lo que ahora se llama discriminación positiva. De lo que verdaderamente estoy a favor es que sinceramente les des oportunidades a todos. Y eso no pasa por los cupos, pasa por otro lugar. Si vos trabajás en equilibrar esa balanza, ahí está el mérito de quién se destaca y quién no. Es una responsabilidad enorme y veo que en muchas empresas y multinacionales eso no pasa. Cuando yo entro a una corpo y veo un cartelito multicolor que dice "seamos diversos" digo: "¿Qué pasó acá?".

"Siempre decimos que somos orgullosamente argentinos, pero la realidad es que es desde acá y tener un plan a largo plazo".

¿Cómo lo viviste vos en tu carrera? ¿Qué cosas no querés repetir en Epidata para ser realmente inclusivo?

Yo viví discriminación un montón de veces, y en varios otros me salvé de eso porque la apariencia importa mucho en este mundo y si mi apariencia hubiese sido otra tal vez hubiese tenido menos suerte. En una empresa alemana, por ejemplo, no me tomaron porque tenía el pelo por la cintura y porque Laferrere quedaba muy lejos. O tuve compañeros de la facultad que nunca habían cruzado la General Paz que me hacían comentarios en broma. Uno por ejemplo me agarró la mochila y me dijo; "¿Sos de Laferrere? No veo el arma". La discriminación ocurre todo el tiempo.

¿Sentís que la industria del conocimiento, por sus características, puede generar más oportunidades?

A grandes rasgos sí, es la industria más inclusiva que podes tener. Les permite a chicos salir de la pobreza: con un pibe o piba que consigue su primer empleo en sistemas, sacás a una familia entera de la pobreza. Eso es una fuerza increíble y esta industria lo tiene. Lo que no es verdad es que todas las personas que pertenecen a esta industria creen en eso. Porque hay un statu quo. Para que realmente sea un valor de todos por ahí faltan unos 40 años en el desierto. Y que vengan las nuevas generaciones que tienen un cableado distinto al nuestro y nos reemplacen. Las barreras se rompen rápido y los que tienen impostado esto de parecer buenos se caen enseguida. Y hay oportunidades todo el tiempo: de desarrollo, de levantar la voz, de elegir irte a otro lado si donde estás no te gusta. La industria del software para mí es la única vía real existente y posible para que la Argentina sea alguna vez un país industrializado. En este momento no hay otra.

¿Es una utopía o es algo que se puede volver tangible?

No es una utopía para nada. Todavía hay margen técnico para tener un país industrializado. No tenemos todavía las políticas adecuadas: tenemos políticas de fomento, de formación, pero nos faltan mecanismos, regulaciones, un plan estratégico que vea a la industria del software como un camino para la industrialización. Sin embargo, como tenemos tanto talento capacitado, habría que trabajar para que genere elementos que sean de transformación productiva para nosotros. Tenemos desde agro hasta industria aeroespacial, todas necesitan de software especializado que es un producto industrializable, vendible, exportable, pero eso requiere políticas de Estado porque a los empresarios grandes no les va a interesar y los chicos no tienen la espalda suficiente para hacerlo.

¿Cómo es exportar servicios hoy desde la Argentina?

Epidata tiene presencia regional, en cada uno de los países donde opera somos locales. Sin embargo, a veces exportamos servicios. La exportación desde Argentina no nos es fácil en este momento. Coyunturalmente tenemos un tema muy fuerte debido al dólar y la economía que hace muy difícil que la exportación de servicios salga bien diciendo que sos de la Argentina. Siempre decimos que somos orgullosamente argentinos, pero la realidad es que es cada vez más difícil exportar desde acá y tener un plan a largo plazo. Y eso es muy malo, porque todos queremos crecer en Argentina y generar más trabajo, pero vos tenés que poder predecir en una planilla cómo va a ser el año que viene y predecir si el precio que le pasas hoy a un cliente va a ser el mismo. Porque los clientes en los Estados Unidos no entienden de aumentos todos los meses. Eso es lo que amenaza el crecimiento de la industria. A pesar de que sigue siendo una de las industrias que más dólares trae, pero podría ser mayor todavía con reglas más predecibles.

Y se suma el contexto internacional...

Sí, los planes no son tan felices como en otra época. Tuviste la pandemia, apareció la guerra, la inflación en los Estados Unidos, hay menor disponibilidad de dinero en el mercado y el mundo startup está menos efervescente. Sin embargo la oportunidad de venta y exportación es real. Porque las empresas de los Estados Unidos están decidiendo hacer outsourcing y eso es bueno para nosotros. Las cosas no ocurren porque sí. Hay que diseñarlas. Y en los años que tenemos pasamos varias crisis, y en ninguna tuvimos que hacer un lay off. Es parte de las cosas que me dan orgullo. Y la empresa se diseñó para que eso no pase. Salir a llorar diciendo que tuviste que echar gente porque te forzaron, no. Eso no. Nosotros jamás dejamos que ningún cliente represente más del 20 por ciento de la facturación, porque no queremos que Epidata dependa de ningún cliente. Y la distribución es regional porque ahora no quiero que dependa de una región. Es una responsabilidad que hay que asumir.

¿Cómo se financian?

Solos. Todo bootstrapping, el capital de la empresa es de la empresa.

¿Y nunca pensaste en abrir una ronda?

No necesitamos plata para crecer ahora, necesitamos otras cosas. Pero sí, hemos pensado en abrir rondas de financiamiento y a medida que crecemos se va haciendo más difícil, sobre todo porque no queremos que en la primera ronda se lleven el 20 o 30 por ciento de la empresa. En este momento estamos buscando cómo sumar voluntades a Epidata sin dejar mucho equity porque nuestro fin no es vender. Si quisiéramos vender, ya estaría recontra vendida la empresa. Todas las semanas tengo una oferta, pero no es lo que buscamos. Lo que buscamos es trascender y hacer las cosas como nos gustan. Creo que hay lugar para una empresa grande más en Latinoamérica y Epidata puede ser una de esas. Y eso hoy los clientes lo ven como un gran valor. 

Esta nota se publicó originalmente en el número 354 de revista Apertura. 

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Comentarios

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  • ER

    eduardo Rbf

    01/07/23

    felicitaciones

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