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La Fase 3 del plan económico avanza, el camino hacia la normalización parece estar consolidándose y las variables macroeconómicas y monetarias que más preocupaban empiezan a acomodarse. La urgencia abre paso, entonces, a debates postergados como la reforma del sistema de jubilaciones y la realidad irrefutable de que la brecha entre el haber previsional y el costo de vida en la etapa pasiva es amplia y creciente.
El tema es central y es angustiante para quienes se encuentran hoy en actividad y ven en las magras jubilaciones de sus padres el reflejo de un futuro que no desean. Tomar acciones concretas, personales es la única medida que va a cambiar la situación.
Números para una problemática concreta y compleja: el 63% de los jubilados y pensionados en la Argentina cobra el haber mínimo (menos de $ 400.000 a junio, incluido el bono); el 20% recibe entre uno y dos haberes mínimos y sólo el 17% el equivalente a más de dos mínimos, aunque no necesariamente el máximo. La jubilación más alta no llega a los $ 2.000.000.
Las estadísticas también hablan de los desafíos. La Argentina ocupa el puesto 47 sobre un total de 48 países en el Índice Global de Pensiones que elabora a nivel global Mercer junto al CFA Institute. Se encuentra muy por detrás de países de la región como Chile (puesto 9), Uruguay (en el 13) y Brasil en el 33. Los primeros lugares en el Índice los ocupan Países Bajos, Islandia, Dinamarca y Finlandia.
Los sistemas previsionales de reparto como es el argentino crujen en todo el mundo por una combinación de variables que tienen que ver con la longevidad creciente y nuevas generaciones menos regulares en su forma de trabajar y aportar. Sin embargo, en la Argentina la situación siempre es más compleja y suma condimentos con los cuales lidiar.
"El colapso de los sistemas de reparto en el mundo nos exige comprender que estamos ante un cambio de paradigma. A partir de ahora, cada uno de nosotros deberá asumir un rol activo en la construcción de nuestro futuro financiero. El viejo modelo colapsa por varios factores que se dan en simultáneo", plantea de entrada Jacky Maubré, directora de Pensiones y beneficios en Criteria.
"La tasa de natalidad en el mundo cae y ello hace que cada vez sean menos los aportantes al sistema. Y, por el contrario, hay una mayor cantidad de beneficiarios en edad de retiro, quienes gozan de una vida más longeva. La consecuencia es clara: la jubilación tal como la conocemos sólo alcanzará para cubrir un porcentaje magro de lo necesario para llevar una vida plena en el retiro", subraya Maubré.
Diego Deza, director de Retiro de WTW, es experto en pensiones y monitorea el tema desde hace años. "El envejecimiento de la población no es exclusivo de nuestro país -dice- aunque la baja en la tasa de natalidad se agudizó en Argentina en estos últimos años y es la mayor de Latinoamérica. Lo que están haciendo otros países es retrasar las edades de retiro para acompañar este proceso de alargamiento de la vida", señala y aporta un ejemplo concreto de uno de los sistemas más eficientes: recientemente Dinamarca llevó la edad de jubilación a los 70 años. Otros países ya resolvieron o están en proceso de hacerlo en la misma línea.
A la problemática global, en la Argentina se le superponen dos problemas de vieja data. Por un lado, las moratorias previsionales que multiplicaron la base de beneficiarios que no habían realizado 30 años de aportes (que actualmente se eliminó) y el tope salarial sobre el cual se aporta. Una norma que viene de los años 90 y que establece que se hacen aportes previsionales hasta $ 3.245.000 mensuales. Lo que exceda ese monto no aporta. Obviamente tampoco se contabilizará para el cálculo de la jubilación o pensión y ahí empieza a abrirse cada vez más el gap entre haber jubilatorio y costo de vida real.

Daniela Castaldo, CEO de Santander Asset Management, pone énfasis en la búsqueda de soluciones que puedan ser mancomunadas. "Frente a los desafíos crecientes que enfrentan los sistemas tradicionales de reparto -una preocupación global y que en la Argentina se ve acentuada por factores estructurales como la informalidad y el cambio demográfico-, el sistema financiero está llamado a ocupar un rol más activo en la construcción de soluciones de largo plazo. Tanto los bancos como el mercado de capitales pueden diseñar productos orientados a la planificación previsional individual, más allá de la cobertura estatal".
Nuevo escenario
En concreto, y antes de seguir evaluando causas, efectos y posibles soluciones públicas o privadas (o más bien una combinación de ambas) es clave entender el nuevo escenario. Para quienes hoy estén en los 30 y o en los 40 con planes de jubilarse antes de los 60 o 65 años (según sea la ley actual de mujeres y varones), tienen que pensar en más años de trabajo o tener la precaución de calcular desde jóvenes un ‘número mágico', una cifra que una vez reunida permita tener libertad financiera para dejar de trabajar o bajar el ritmo cuando cada uno quiera y no cuando la ley lo estipule.
Es decir, planear ‘Retirarse Rico' sea total o parcialmente cuando cada uno desee con un fondo de retiro personal que será el encargado de aportar el dinero suficiente al mes para mantener el estilo de vida deseado. Para ello, hay que poner atención en algunos ejes fundamentales que son: más conciencia sobre el tema, más acceso a educación financiera y el desarrollo de herramientas de inversión específicas para atender esta problemática.
Dolores Liendo, principal Wealth Country Business Leader Argentina, Uruguay y Paraguay en Mercer pone en blanco sobre negro la situación actual. "Un mito urbano muy común en la Argentina es el del 82% móvil, que se refiere al nivel de haber jubilatorio inicial medido en relación con el último salario percibido", dice y pone sobre la mesa la realidad con la que toca lidiar: "Hoy en día, la jubilación estatal como único medio para financiar el retiro está llegando a su fin. Un trabajador con 30 años de aportes y un salario de $ 3.000.000 recibiría un haber jubilatorio de aproximadamente $ 1.500.000 lo que representa solo el 46,3% de su último salario. Esta situación plantea un gran desafío para mantener un estilo de vida adecuado en la jubilación".
Más cuentas sobre la mesa para que quien aún no tomó registro de lo que se viene empiece a recalcular con el GPS. "Para alcanzar el beneficio previsional máximo de $ 1.995.041,46 establecido por Anses en mayo de 2025, un trabajador debe haber realizado 39 años de aportes y las últimas 120 remuneraciones deben ser iguales o superiores al tope de aportes fijado en $ 3.245.240,49". Un aspecto crucial que se desprende de este análisis es que, aunque los trabajadores con salarios más altos pueden haber contribuido significativamente al sistema, la existencia de un tope en la jubilación máxima limita la tasa de sustitución que pueden recibir. Esto significa que, a pesar de haber aportado más en función de su salario, su beneficio jubilatorio no reflejará proporcionalmente su último ingreso.
Nada menos prometedor que imaginarse a los 65 años o a los 70 viajando menos que lo que acostumbraba estando en actividad porque la billetera no lo permite; sacando cuentas para pagar las expensas o permitirse algún gusto o, peor aún, dependiendo de la ayuda de los hijos.
Pero entonces ¿cuánto dinero se necesita? Hay muchas fórmulas para encarar ese cálculo, pero una de las más sencillas y extendidas es la que se conoce como la regla del 4 por ciento. Primero hacer números. Cuánto dinero necesito para solventar mi estilo de vida al mes (se le puede restar a ese número lo que supuestamente se recibiría de la seguridad social). Pasarlo a dólares para tener una base estable de cálculo y analizarlo. Ese resultado se multiplica por 25. El número es el fondo en dólares que una vez reunido e invertido a una tasa muy conservadora del 4% anual permitirá retirar el dinero necesario y seguir manteniendo el capital.
En un ejemplo rápido para retirar u$s 2000 mensuales en la etapa del retiro se necesita un fondo de 600.000 dólares. La renta (4% anual) equivale a los 24.000 dólares (2000 mensuales) necesarios para vivir un retiro sin estrés. Mucho dinero para que ese fondo logre estructurarse de la noche a la mañana, mientras se costea una vida con gastos fijos y variables, con hijos, vacaciones e inversiones para otros objetivos que no tienen que ver sólo con el retiro.
Hay un modo accesible y es empezar temprano, muy temprano -a los 25 o 30 años-, ser metódico y combinar opciones de inversiones de mayor y menor volatilidad para llegar al objetivo y para hacer que el interés compuesto juegue todo su potencial multiplicador.
Por si quedan dudas de que la necesidad está llamando la puerta, Deza es muy claro y apunta directo a los que hoy están empezando su carrera. "El futuro del trabajo será mucho más cambiante e independiente. La carrera de 20-30 años con un mismo empleador no se verá más, sino que las nuevas generaciones tendrán entre siete y 10 empleadores diferentes y en muchos casos solo trabajarán por proyectos, no integrándose a una empresa en particular", describe.
"Esto hace que deban replantearse los sistemas previsionales, dando más fuerza a la idea de generar condiciones para que la persona de manera individual, y eventualmente siendo acompañada por una empresa, pueda ir generando el ahorro necesario para su retiro", resalta Deza.
Planificación individual
Para los que van a empezar a trabajar sobre sus fondos de retiro, en sus múltiples formas, sea de manera autogestionada con inversiones varias, sea a través de una póliza de seguro de retiro personal o de un plan que le ofrecen en su empresa, el escenario que toca es volátil.
Sin embargo, no debería ser opción postergar la decisión. El momento ideal no llegará nunca. El mejor momento ya pasó y la siguiente oportunidad es hoy. El nuevo contexto económico que se abre en la Argentina es un excelente punto de inflexión para que quien no lo ha hecho hasta ahora, ponga el tema en agenda.
"La estabilidad macroeconómica, la normalización de la actividad cambiaria y la caída de la inflación nos plantean un escenario de estabilidad que hace varios años que Argentina no vivía. En este entorno, donde la velocidad de circulación del dinero se aplaca y ya no sentimos la urgencia de salir a gastarlo, aparece la posibilidad del ahorro y la inversión", plantea Maubré.
Coincide Castaldo, de Santander, que el momento es propicio para poner proa a este tipo de objetivos. "La estabilización económica iniciada en 2024 y profundizada en 2025 abre una ventana de oportunidad. Con inflación a la baja, un tipo de cambio más previsible y una recuperación del crédito, se hace más viable desarrollar instrumentos de ahorro a largo plazo que antes eran inviables por la alta nominalidad o la falta de confianza", remarca: "No se trata solo de lanzar productos, sino de cambiar la conversación: instalar la idea de que el retiro debe planificarse desde el inicio de la vida laboral".
Desde la industria aseguradora también recogen el guante y ponen proa a nuevos tiempos en lo que hace a la planificación: "La salida del cepo está generando un escenario propicio para la creación de productos más flexibles, diversificados y adaptados a los nuevos perfiles de ahorristas, especialmente de las generaciones más jóvenes, que buscan autonomía, digitalización y liquidez", destaca Guillermo Pellerano, gerente General San Cristóbal Retiro.
Andrés Moll, jefe de Operaciones Personas de La Segunda Seguros, va por los desafíos: "Entendemos que es preciso trabajar mucho sobre la generación de cultura de ahorro institucional. Es algo que nos debemos como industria, y también como sociedad", dice y remarca que "los sistemas de ahorro de largo plazo funcionan mucho mejor en las nuevas generaciones que en las más antiguas".
"El tiempo es el aliado más importante de la previsión en el sentido amplio de la palabra. Los jóvenes son quienes tienen la posibilidad de utilizar la potencia del tiempo a su favor, y deberían hacerlo tan pronto como puedan", recomienda Moll.
La opción de estructurar un fondo de retiro autogestionado con alternativas del Mercado de Capitales está también en auge aprovechando la facilidad de acceso a activos tanto locales como extranjeros. Es acá donde Marcelo Otermin, CEO y Chairman de ICBC Investments, es contundente en cuanto al tipo de inversiones a incorporar al plan y el nivel de riesgo a asumir en el contexto actual. "Hay que cambiar la percepción de riesgo porque en los últimos años las alternativas más conservadoras en términos reales quedaron por debajo de la inflación y eso significa pérdida del poder adquisitivo".
Con una guerra que aún no se resuelve entre Rusia y Ucrania, las tensiones comerciales que puso sobre el tablero Donald Trump con las medidas arancelarias -que entran en modo pausa pero no salen de escena-, un dólar más débil y tasas de interés como variable clave, el mundo está bastante volátil para los inversores que miran a pocos metros de distancia cuando corren una maratón. El mayor riesgo por asumir, según Otermin, debe darse en ese contexto y estrategia de largo plazo.
"Este año registró un comienzo extremadamente volátil para los activos de renta variable. A raíz de la incertidumbre por la política comercial de Estados Unidos, el S&P 500 registró su peor primer trimestre desde 1973 y tras la llegada de un tono más conciliador desde la Casa Blanca el índice mostró su mejor mes de mayo del siglo XXI. En este escenario, el oro y los sectores defensivos (consumo básico y servicios públicos) actuaron como refugio ante los cambios bruscos en las cotizaciones", resume Milo Farro, analista bursátil en Rava Bursátil.
Para armar un fondo pensando en generar renta pasiva al momento del retiro, sin importar la edad en la que cada uno decida ejercerlo, la combinación de activos y herramientas es variada. Lo importante es que el capital total reunido logre aportar una renta pasiva -esa que llega al bolsillo sin tener que trabajar, sin tener que intercambiar, como dice Robert Kiyosaki, "tiempo por dinero"- que nos garantice un retiro cómodo. La proporción entre inmuebles, activos del mercado de capitales, seguro de retiro o participación en negocios, puede variar según el perfil de cada individuo. Lo que no cambia es la obligación de planificar toda esa estructura 30 años antes de pensar en retirarse.















