

Desarrollado en el marco de la Ruta de la Selva, un nuevo sendero turístico de la provincia de Misiones, denominado Huella Guaraní, ofrece una experiencia innovadora que da acceso a una manera distinta de conocer la región del Moconá, atravesando colonias rurales y aldeas originarias asentadas a lo largo del circuito.
Se trata del primer sendero etno-turístico de largo recorrido de la provincia y el más largo en ambiente selvático del país. Tiene un total de 62 kilómetros a través de 20.000 hectáreas protegidas, incluyendo 32 kilómetros que se internan en áreas de plena selva virgen misionera.
El recorrido se extiende por la ruta provincial 15, entre la ruta costera 2 "Juan Pablo II" y la ruta nacional 14, y su dificultad es media-alta, con una altitud que va desde los 398 a los 597 metros sobre el nivel del mar. Atraviesa la Reserva de Biósfera Yabotí -reconocida internacionalmente en 1995 por la Unesco-, abarcando las áreas protegidas de Reserva Natural y Cultural (ex Papel Misionero), el rea Experimental Guaraní y el Parque Provincial CaáYarí.
Combinando turismo aventura, ecoturismo y preservación de las antiguas culturas locales, el sendero va hilando comunidades y aldeas originarias como Caramelito, Pindó Poty, Jejy, Její Mini, ItáChí, entre otras, y colonias rurales como Colonia La Flor y Fracrán.
En este marco, el circuito Huella Guaraní -también bautizado como "La Senda Sagrada de la Tierra sin Mal"- ofrenda una amplia gama de vivencias para conocer la diversidad y riqueza que encierra la selva misionera. Así, para quienes prefieran profundizar en el conocimiento de las culturas originarias, la experiencia incluye actividades que permiten interactuar con las comunidades locales, observando el trabajo de los artesanos o aprendiendo técnicas ancestrales de construcción, caza y pesca.
A la vez, se puede optar entre actividades como cicloturismo, senderismo, 4X4, paseos fotográficos, avistaje de aves y visitas orientadas a descubrir numerosos saltos de agua escondidos en la selva. No faltan detalles y sorpresas en la flora y fauna de la selva, como la llamativa mariposa morpho, que encuentra aquí un área de proliferación ideal.
Vale destacar que este proyecto integra seis departamentos y treinta municipios de la selva paranaense, donde el ecoturismo se presenta como una herramienta clave para respaldar la conservación de la naturaleza y el desarrollo de las comunidades originarias.
Refugios de confort
El panorama de servicios y atractivos de la selva misionera se ha ido extendiendo con alojamientos donde es posible comulgar con la vida silvestre en áreas prácticamente vírgenes. En la región del Moconá, dos interesantes opciones rodeadas por exhuberante naturaleza son Don Enrique y Posada La Bonita.
Don Enrique es un pequeño hotel construido en el paraje La Bonita, sobre las orillas del río Paraíso, límite natural de la Reserva de Biósfera Yabotí. El lugar se encuentra en lo profundo de una espesa quebrada de la provincia de Misiones, cerca de los Saltos del Moconá, a 280 kilómetros de Posadas y 290 kilómetros de las Cataratas del Iguazú. Ofrece bungalows con vista al río y deck con reposeras, y una casa principal, el House, donde está la recepción, un amplio living y el restaurante donde la comida es regional, colorida e intensa en sabores y texturas. No falta Wi Fi satelital.
Las experiencias que ofrece Don Enrique resumen parte del circuito Huella Guaraní, con actividades como caminatas por senderos, excursiones para conocer saltos y cascadas escondidas, avistaje de aves y navegaciones por el río Paraíso en típicas canoas guaraníes. También ofrece visitas a una aldea originaria y una recorrida en 4x4 por la Reserva de Papel Misionero.
Otra alternativa de servicios en la selva es Posada La Bonita, ubicada a 270 kilómetros de Posadas y 300 de Iguazú, cerca de la apacible localidad de San Vicente y a pasos del salto La Bonita, un oasis natural que remite al descanso. Tiene cabañas que surgen en armonía con la naturaleza circundante. Es posible elegir entre las ubicadas cerca de la cascada u otras dos que tienen la ventaja de elevarse por encima de las copas de los árboles, lo cual permite percibir los alrededores en toda su amplitud.
Si el clima acompaña, nada mejor que disfrutar del sol de la mañana con un sabroso desayuno en la terraza de las habitaciones. En cuanto a actividades, no faltan excursiones a los Saltos del Moconá, visitas a numerosas cascadas que se esconden entre la espesura, senderos para mountain bike y paseos a caballo. z we










