

La toma de conciencia acerca de lo que significa la huella medioambiental de los productos que consumimos es la nueva actitud del consumidor, que comienza a considerar algo más que el aspecto y funcionamiento de cada producto y se preocupa sobre qué ha ocurrido durante el proceso de fabricación y qué pasará cuando finalice su vida útil. Esta preocupación, antes una consideración marginal propia de perfiles alternativos, se está convirtiendo en central. El análisis pertenece a María Eugenia Girón, directora ejecutiva del Observatorio del Mercado Premium y Productos de Prestigio del IE Business School (España), y fue publicado en Secretos del lujo (Lid Editorial), imprescindible para comprender el giro dramático que dio la industria, especialmente en el rubro moda, a partir de la crisis de 2008, poniendo proa hacia cuestiones como sostenibilidad y superelitización para compensar el consumismo desaforado de la era del McLujo.
Si bien enfocada en el segmento luxury, su evaluación bien puede aplicarse no sólo al rubro textil argentino sino, muy especialmente, al nicho de diseño de autor, uno de los más dinámicos pero, paradójicamente, menos profesionalizados de la economía local. Así se desprende de un reciente estudio del Inti y la Fundación Pro Tejer: de las 232 microempresas relevadas en 2012, se detectó que, si bien el 43% de sus titulares tienen formación específica en diseño de indumentaria, necesitan reforzar -o directamente adquirir- habilidades en planificación y visión del negocio (69%), ventas y comercial (61%), administración y finanzas (56%) y visión exportadora (44%). Dado el panorama, y rápida de reflejos, la escuela de negocios AIE (Asociación Internacional de Estudios) lanzó el curso de Fashion Sustainability. Orientado a estudiantes y profesionales que necesiten desarrollar sus aptitudes empresariales, sus contenidos apuntan al desarrollo de un modelo de negocios sustentable. No se trata únicamente de concientizar respecto de la importancia de cuestiones como el impacto socioambiental de las prácticas productivas, la capitalización del diferencial que implica la cultura local o el desafío de la integración de comunidades originarias en la cadena de valor. En base al estudio del Inti y Pro Tejer, detectamos que la comercialización del negocio de moda es deficiente en el país, especialmente en el área de sustentabilidad. Mientras que en Europa el tema es parte de la currícula de las carreras de grado de diseño de indumentaria desde hace 20 años, aquí es incipiente la concientización de que un emprendimiento del rubro debe ser sustentable, tanto desde el punto de vista ecológico como económico, apunta Silvia Garea, presidente de AIE, único centro habilitado de la Universidad de Londres en la Argentina y Latinoamérica, lo cual implica no sólo el aval académico sino también la certificación de la casa de estudios british, que aporta su cuerpo docente en la cursada virtual en inglés y el acceso a casos de estudio europeos (la modalidad presencial, en castellano, se centra en casuística regional).
Y agrega: Alcanzar una economía de escala en lo artesanal es el valor agregado pero también el desafío del diseño de autor, que debería generar productos ecológicamente sustentables pero también comercialmente rentables. z we













