

Buena parte de la historia europea, y especialmente de la península ibérica, se va hilvanando entre las montañas, pueblitos y ciudades atravesadas por el Camino de Santiago. Esta milenaria senda ingresa a España por los Pirineos y llega hasta la ciudad de Santiago de Compostela, proponiendo un viaje que de algún modo enlaza la osadía del turismo aventura, aunque la adrenalina no se halla en el riesgo sino en la decisión de superar una meta. El gran desafío es tomarse el tiempo para hacerlo a pie, adoptando las ropas y el ánimo del peregrino. Claro que también es posible transitarlo en bicicleta, o visitar sus puntos más conocidos en automóvil, pero no es lo mismo porque la historia, la arquitectura, la gente y la naturaleza de todo el norte español se muestran con mucho más profundidad de detalle a través del pausado ritmo del caminante.
Entre los numerosos pueblos y ciudades que van uniendo esta travesía vale destacar su punto de inicio más tradicional, la apacible localidad francesa de Saint Jean Pied de Port, que se encuentra al pie de los Pirineos. Entre sus atractivos figura la Citadelle, una fortaleza construida en 1628 que domina la ciudad desde lo alto de una colina. Hacia allí conduce la calle principal, la Rue de la Citadelle, la misma por la que llegan los peregrinos que provienen del interior europeo buscando una noche de descanso y comida antes de iniciar el cruce de las montañas.
La localidad española que espera al otro lado de los Pirineos es Roncesvalles. La mayoría de los españoles empieza el Camino allí, donde no hay mucho más que un pequeño hotel, un gran albergue, un restaurante y un monasterio inmenso que desde su fundación, en el siglo XII, ha sido uno de los principales hitos de la "ruta xacobea". Como parte de esta construcción sobresale la iglesia de la Colegiata de Roncesvalles, que se considera la primera construida en España bajo influencia del estilo gótico francés.
Desde Roncesvalles se va transitando por la provincia de Navarra, con sus bosques de hayas y pinos, y pueblitos que parecen conservarse en otro tiempo. Así se llega a Pamplona, la primera de las grandes urbes por las que pasa el Camino y también la primera en mostrar que la entrada a las ciudades ofrece un fuerte contraste de ruidos y smog, especialmente tras habituarse a los senderos tranquilos que se van abriendo en el silencio de la naturaleza ibérica.
Dejando atrás Pamplona, y la imponente silueta de su catedral, se encuentra el histórico y pintoresco pueblo de Puente la Reina y, poco antes de cruzar el río Ebro y llegar a Logroño, se comienza a dejar huella sobre las llanuras onduladas y los valles sembrados de vid de la provincia de La Rioja.
Luego de atravesar esta región se abren los antiguos reinos que hoy forman la comunidad autónoma de Castilla y León. Esta división política es la de mayor extensión en España, abarca nueve provincias de las cuales el Camino de Santiago pasa por tres: Burgos, Palencia y León. Siempre siguiendo hacia el oeste, se cruzan las provincias de Lugo y A Coruña, que forman parte de la comunidad autónoma de Galicia.
En esta travesía de 800 kilómetros, cada pequeño pueblito o gran ciudad va ofrendando sus encantos, sus antiguas construcciones y sus leyendas, hasta llegar a Monte do Gozo, un complejo arquitectónico preparado especialmente para recibir a los caminantes antes de su último y ya breve trayecto hasta la catedral de Santiago de Compostela. Allí, siguiendo una antigua tradición, el peregrino finaliza su periplo abrazando la estatua del apóstol.
Arquitectura de la historia
En los pueblos que atraviesa el Camino de Santiago sorprende la antigüedad de las casas; muchas tienen escudos nobiliarios y el año en que fueron edificadas, a veces con el apellido de la familia que las mandó a construir. Además, a medida que se avanza, desde los Pirineos hasta Compostela, el sendero va serpenteando y desembocando junto a importantes construcciones románicas, góticas y barrocas.
La aparición de esos estilos arquitectónicos no es casual. Por el contrario, fue la peregrinación a Santiago la que abrió la principal vía de comunicación del norte español y, lejos de limitarse a conducir peregrinos, dio paso también a artesanos, escultores, canteros y órdenes monásticas que fueron difundiendo las nuevas tendencias técnicas y estéticas de la arquitectura europea.
También son muchas las construcciones que muestran estilos superpuestos debido a reformas y adaptaciones a los gustos de cada época. No es raro encontrar una iglesia de estilo gótico del siglo XIII con retablo barroco del XVIII. Sin ir más lejos, la Catedral de Santiago se fue ampliando y modificando con el transcurso de los siglos y, sobre su origen románico, hoy se muestran agregados de estilos gótico y renacentista, además del claro estilo barroco que se luce entre las altas torres del Obradoiro, la fachada visible desde la plaza que centraliza la vida de la ciudad. z we










