Murilo, voy a darte a un tipo que va a ser presidente del Banco Central. Me vas a agradecer por el resto de tu vida. Esa fue la frase que uitlizó en 2001 el por entonces presidente del BC, Arminio Fraga, cuando le sugirió a Murilo Portugal, quien era director ejecutivo de Brasil en el Fondo Monetario Internacional (FMI), que contratase como su número dos al economista Alexandre Tombini, hoy presidente del BC.

Nunca lo había visto en mi vida, cuenta Portugal, que en marzo asumirá la presidencia de la Federación Brasileña de Bancos. No tardó mucho para que Tombini ganara la confianza del nuevo jefe, tornándose su brazo derecho. Tenía total confianza en él, asegura el vicedirector del FMI.

El nuevo presidente del Banco Central, de 47 años, es hoy el nombre fuerte de la economía en el gobierno de la presidenta Dilma Rousseff. Es responsable por la gestión de dos de los tres pilares de la política económica, el régimen cambiario y la política monetaria. En menos de dos meses, consiguió una cercanía con la presidenta que su antecesor, Henrique Meirelles, nunca tuvo con el ex mandatario Luiz Inácio Lula da Silva, lo que causa envidia en Brasilia y desconfianza en sectores del mercado.

En ocho años de gestión, Meirelles tuvo pocos encuentros con Lula. En general, antes o después de las reuniones del Comité de Política Monetaria (Copom) del BC y, la mayoría de las veces, para escuchar quejas sobre la tasa de interés. Lula condenó a Meirelles a períodos de aislamiento. La relación entre Rousseff y Tombini, fundada hace apenas tres meses, es muy diferente.

Cuando Tombini quiere conversar con la presidenta, llama por teléfono al Palacio del Planalto y, poco después, habla con Rousseff y la mayoría de las veces, Dilma le pide que vaya a verla. Allí mantienen conversaciones que no duran menos de una hora y no hablan sobre el nivel de la tasa de interés o de cambio, sino sobre el estado general de la economía.

Tombini asumió el BC en un momento en que la inflación sube peligrosamente y se deterioran las expectativas de los agentes económicos. El mercado desconfía de la capacidad y del interés del nuevo gobierno en adoptar medidas necesarias para revertir la aceleración inflacionaria. Una de las dudas se centra en la real disposición de Brasilia para contener la evolución del gasto público.

La primera batalla del presidente del BC fue convencer a la cúpula del gobierno de que la carestía en este momento no es consecuencia solo del shock de precios de las commodities, que presiona la inflación en todo el mundo. En el caso de Brasil, el problema se agrava por el creciente desequilibrio entre oferta y demanda. El Ministerio de Hacienda rechaza esa hipótesis, pero Tombini consiguió cambiar la opinión de la presidenta. Además, defendió el anticipo del anuncio de los cortes en el Presupuesto.

La proximidad de Tombini con el Ejecutivo genera diversas reacciones. Para algunos observadores, es un indicio de que el BC no goza de la autonomía que tuvo en la gestión de Meirelles. Los críticos ponen como ejemplo el caso del banco Panamericano.

Se dice que Tombini actuó personalmente para presionar al empresario Silvio Santos a vender el banco al BTG Pactual, librándolo de cualquier castigo. La operación habría ayudado también a la Caja Económica Federal, que, en una acción polémica compró 49% del capital del Panamericano a final de 2009, nueve meses antes de que se descubriera el desfalco de R$ 2.500 millones en el balance del banco recientemente, el perjuicio subió a R$ 4.300 millones.

Los defensores de Tombini alegan que actuó en el caso cumpliendo una de sus obligaciones como regulador.

Pero no todos los analistas creen que la proximidad de Tombini a la cúpula del poder es una señal de capitulación a los intereses políticos del gobierno. En nuestra etapa de desarrollo, me parece bien que haya un presidente del BC que vaya allá adentro, pelee, exponga y muestre cual es la situación, pero que también cumpla su papel. Yo busqué hacer eso, contó Fraga, que comandó el banco entre 1999 y 2002, y hoy es socio de Gavea Inversiones.

Al contrario de lo que ocurrió durante la gestión de Fraga, en los ocho años del gobierno de Lula, Meirelles mantuvo al BC lejos del Palacio del Planalto. La hostilidad de varios sectores del gobierno y del Partido de los Trabajadores (PT) a la institución era tan intensa que Meirelles consideró mejor mantener distancia.

Tombini sabe que, en el nuevo gobierno, también habrá hostilidades. La relación con el Ministerio de Hacienda tiende a ser menos tensa de lo que fue en la gestión de Meirelles, pero el funcionario no se engaña: su visión de lo que sucede en la economía difiere de lo que defiende Hacienda. Además, se sabe en Brasilia que en marzo de 2010, cuando Meirelles analizaba dejar la presidencia del BC, Guido Mantega se pronunció ante Lula contra la nominación de Tombini.

Las sospechas de que Tombini es sensible a los argumentos políticos remontan a las divergencias ocurridas en las reuniones del Copom de los últimos cinco años. En el lenguaje de los economistas del mercado financiero, Tombini sería un dovish, neologismo inglés que deriva de paloma (dove) y designa a los defensores de tasas de interés más bajas y de una postura más tolerante frente a la inflación. El antónimo sería hawkish, que viene de halcón (hawk) y define a los partidarios de tasas de intereses altas. En el segundo mandato de Lula (2007-2010), el BC redujo la cantidad de directores provenientes del mercado. Una dirección con más empleados de carrera significa que el banco resiste menos a las presiones del gobierno para llevar adelante una política monetaria más débil. En ese ambiente, Tombini comenzó a figurar como posible sucesor de Meirelles. A finales de 2008, se habría reunido con un director del BC proveniente del mercado al que le habría dicho lo siguiente, después de dar a entender que lo mantendría en el cargo en caso de asumir la presidencia de la institución: Es bueno tener una combinación de un presidente más dovish con un director (de Política Económica) más hawkish o viceversa. Lo que no puede ocurrir es que los dos estén del mismo lado.

Dentro del Copom, Tombini

comenzó a defender la adopción de medidas macroprudenciales, en lugar del aumento puro y simple de la tasa de interés, para contener la inflación. Lo curioso es que, cuando llegó al área de Normas del BC poco entendía sobre el tema. Estudioso, se sumergió en el asunto, lo que le permitió dar consistencia económica a las decisiones de esa dirección, según testimonios de colegas. En sus primeros días como director de Normas, salía del banco cargando valijas de papeles para estudiar en casa, revela un compañero de esa dirección.

Las medidas anunciadas por el BC en diciembre pasado aún en la gestión de Meirellespara reducir los plazos de los financiamientos y encarecer el costo del crédito, ya tenían la marca de Tombini. Los objetivos fueron aumentar la seguridad del sistema financiero y, al mismo tiempo, ayudar a controlar la demanda. En enero, como presidente del banco, comandó la reunión del Copom que promovió el primer aumento de tasas de interés de la era Dilma.

Como las medidas macroprudenciales tienen impacto en la demanda, es posible que el BC, en esta nueva etapa, apele menos a la suba de intereses para contener la inflación. Para integrantes del mercado, la motivación es política.

La tendencia de usar instrumentos macroprudenciales no es porque Tombini fue director de Normas del BC. Eso es una ventaja para él, pero en verdad, es algo que se está haciendo en todo el mundo, argumentó Murilo Portugal.

De hecho, el uso de medidas macro prudenciales se intensificó en varios países por la diferencia entre las tasas de interés de las economías centrales y las del resto del mundo. La elevación de los intereses para combatir la inflación atrae capitales y aprecia las monedas locales, disminuyendo la competitividad de las economías. Portugal rechaza la tesis de que el presidente del BC es débil. Es unapersona que sabe lo que debe hacerse, tiene coraje de decirle la verdad al poder, lo que es muy importante para quién ejerce una función pública, pero lo hace de una manera convicente y no a través de peleas, señala.