

El último adiós de Warren Buffett marcó un momento histórico para Berkshire Hathaway y para los millones de accionistas que lo han visto liderar la compañía durante casi 60 años. Con un mensaje cargado de nostalgia y claridad, el inversor dejó definiciones que anticipan una etapa completamente distinta tanto para él como para el conglomerado.
Sin revelar todo de inmediato, Buffett habló de su salud, del futuro del grupo y de un cambio profundo en la forma en que administrará su tiempo y su inmenso patrimonio tras su retiro a comienzos de 2026. Sus palabras dejaron una mezcla de calma e incertidumbre en el mercado, y abrieron la puerta a un legado que comenzó a redefinirse.
¿Por qué Warren Buffett se despidió de sus accionistas?
En su mensaje, Buffett anunció que dejará de escribir la carta anual que publica desde 1965 y que Greg Abel asumirá la conducción del conglomerado a fin de año. Explicó que ya no puede mantener el mismo ritmo de trabajo: se mueve más lento, leer le resulta más difícil y, aun así, continúa yendo a la oficina cinco días a la semana.
Sin embargo, dejó en claro que no desaparecerá. Aseguró que seguirá enviando su tradicional mensaje de Acción de Gracias y que desea mantener un vínculo directo con los accionistas.
Sobre su sucesor fue categórico: dijo que “no puede pensar en otro CEO que elegiría por encima de Greg Abel”, una frase que buscó transmitir tranquilidad ante una transición que, según él, está completamente consolidada.

¿Cuál fue el secreto mejor guardado que reveló Buffett?
Buffett sorprendió al revelar su decisión más personal: acelerar en vida la entrega de la mayor parte de su patrimonio. Señaló que quiere que sus hijos tengan el tiempo y la capacidad de administrar su legado filantrópico sin la presión que implica la edad avanzada.
Para ello, convirtió 1.800 acciones clase A en 2,7 millones de acciones clase B y las donó a cuatro fundaciones familiares, un movimiento que él mismo describió como un paso necesario para asegurar el futuro de sus iniciativas solidarias
También dejó una reflexión íntima sobre su etapa vital: afirmó que, aunque se siente bien, “el tiempo siempre gana”, una frase con la que reconoció la inevitabilidad de los límites físicos.
Sobre Berkshire, advirtió que el tamaño del conglomerado “pasa factura”, pero sostuvo que sus empresas mantienen perspectivas mejores que el promedio. Y cerró su mensaje con una línea que refleja su filosofía de vida: “La bondad no cuesta nada, pero vale muchísimo”.













