

En Estados Unidos, muchas personas cometen un error común en el entorno laboral sin siquiera darse cuenta. Esa sencilla actitud, que parece inofensiva, podría perjudicarte gravemente en tu trabajo, de acuerdo con una experta en psicología.
Aunque en apariencia se trata de ser amable, el exceso de cordialidad puede ser contraproducente en un empleo donde la autenticidad y la claridad son claves para crecer profesionalmente.
Según la psicóloga Tessa West, ser demasiado amable transmite incomodidad, como también puede sembrar desconfianza. La especialista en psicología social y profesora en la Universidad de Nueva York, explicó a CNBC que esta conducta termina por afectar la percepción que otros tienen sobre nosotros en el lugar de trabajo.
Ser demasiado amable: la sencilla actitud que podría perjudicarte gravemente en tu trabajo, según una psicóloga
Esa sonrisa exagerada, la risa fuera de lugar y los elogios automáticos pueden parecer estrategias para suavizar el ambiente. Pero según West, el resultado en el empleo suele ser el contrario.
Las emociones reales se escapan por detalles como el tono de voz o el lenguaje corporal, y dejan al descubierto la incomodidad que uno intenta tapar con amabilidad forzada.
Lo que parece una norma social o un intento por mantener la armonía puede convertirse en un obstáculo. La gente nota cuando los cumplidos no son ciertos.
Decir "¡Buen trabajo!" sin dar razones concretas, termina por sonar vacío. Y, cuando ese tipo de retroalimentación se vuelve frecuente, la otra persona puede empezar a sentir que no estás prestando atención y a dudar de ti.

3 acciones que pueden ayudarte en el trabajo, según una psicóloga
Laespecialista Tessa West plantea que en lugar de caer en una cultura de elogios sin sentido, conviene cambiar la manera en que se da retroalimentación. Las personas exitosas no evitan los momentos incómodos: los enfrentan con honestidad.
Para dejar atrás esa sencilla actitud que podría perjudicarte, la experta propone 3 acciones concretas:
Cuestionar la cultura de la amabilidad excesiva: preguntarse si realmente a todos les gusta esa costumbre o si solo la siguen por presión social. Abrir la conversación sobre lo que se podría mejorar.
Ser específico al dar retroalimentación: en lugar de generalizar, mencionar qué se hizo bien o qué se puede ajustar. Esto ayuda a que el mensaje sea útil y sincero.

Comenzar con temas neutros si no estás acostumbrado: no es necesario lanzarse de lleno. Se puede iniciar con asuntos sencillos, como sugerencias sobre la comida en la oficina. Lo importante es practicar la honestidad poco a poco.
Cambiar estas dinámicas lleva tiempo, pero el impacto de estas nuevas medidas puede ser enorme. Abandonar la apariencia de ser "agradable a toda costa" y apostar por una comunicación más directa permite fortalecer relaciones laborales, mejorar el desempeño del equipo y ganar verdadera confianza.











