

Un grupo de científicos en el noreste de África llevaron a cabo el hallazgo de un yacimiento enterrado desde hace más de tres milenios. Se trata de un complejo de procesamiento de oro en perfecto estado de conservación, considerado uno de los descubrimientos arqueológicos más significativos de las últimas décadas.
El gobierno nacional asumió el control total del sitio y ya avanza en su preservación. Las estructuras, artefactos y restos de la ciudad confirman que se trataba de un centro clave en la economía aurífera de la antigüedad.
Descubrimiento del siglo: desenterraron un yacimiento de oro en Egipto
El hallazgo fue realizado por el Consejo Supremo de Antigüedades de Egipto en la zona de Jabal Sukari, en el Gobernador del Mar Rojo, cerca de la ciudad costera de Marsa Alam. El sitio fue identificado como un complejo industrial de procesamiento de oro de más de 3.000 años de antigüedad, con elementos que datan del Tercer Periodo Intermedio del Antiguo Egipto.
Entre los restos excavados se identificaron estaciones de molienda, hornos de fundición, tanques de filtración y estructuras de almacenamiento utilizadas para extraer oro de vetas de cuarzo. También se encontró un barrio residencial completo, con talleres, templos, baños y edificios administrativos que evidencian un uso prolongado desde la era ptolemaica hasta el periodo islámico.

El gobierno egipcio confirmó que todos los restos fueron cuidadosamente reubicados a tres kilómetros del sitio original para preservarlos de los trabajos de minería contemporáneos. Se construyó además un centro de visitantes que ya funciona como museo al aire libre.
El Gobierno egipcio realiza visitas guiadas al yacimiento
La visita al sitio ya es posible a través de recorridos guiados coordinados por el Ministerio de Turismo de Egipto. La nueva ubicación preservada, a pocos kilómetros de la mina de oro moderna, incluye señalización bilingüe, recreaciones digitales, material educativo y acceso restringido para proteger las estructuras originales.

Autoridades egipcias informaron que el complejo estará bajo vigilancia y monitoreo arqueológico constante. Para realizar investigaciones, es necesario solicitar autorización directa al Consejo Supremo de Antigüedades, que también coordina colaboraciones con universidades extranjeras.













