

Científicos hallaron un antiguo cráneo en una cueva de Grecia, que por décadas generó un debate inconcluso entre los especialistas, finalmente ha revelado su identidad, demostrando que perteneció a una especie de homínidos arcaicos distinta a la del humano moderno y al neandertal. Este descubrimiento es crucial para entender la diversidad de la vida en la prehistoria de Europa.
El cráneo, conocido como el "Hombre de Petralona", fue descubierto en 1960 en la cueva del mismo nombre en Grecia. Desde entonces, su antigüedad y su lugar en el árbol genealógico humano fueron objeto de una intensa polémica. Los primeros estudios lo dataron en un rango de 170.000 a 700.000 años, una horquilla demasiado amplia para determinar con precisión a quién perteneció.
La clave para resolver este enigma se encontraba en el mismo lugar del hallazgo. El cráneo estaba incrustado en la pared de la cueva y cubierto por capas de calcita. Recientemente, un nuevo estudio utilizó un método avanzado de datación, analizando los depósitos minerales que se habían formado sobre el fósil.
El descubrimiento que cambia la historia de la humanidad
Los resultados fueron contundentes: las capas de calcita más antiguas que cubrían el cráneo comenzaron a formarse hace al menos 286.000 años, lo que confirmaba que el fósil ya se encontraba allí en esa época, mucho antes de lo que se creía.
Gracias a esta datación más precisa, los expertos pudieron asociar el cráneo con una especie de homininos conocida como Homo heidelbergensis. Este grupo, considerado un ancestro común de los neandertales y del ser humano moderno, vivió durante el Pleistoceno y coexistió con otras especies en Europa. El hallazgo fue descrito en la revista científica Journal of Human Evolution.
El Homo heidelbergensis es un pariente lejano aunque - a través de ramas separadas - tiene relación tanto a los neandertales en Europa como con los humanos modernos en África.

El hallazgo de Petralona, por lo tanto, no solo establece un nuevo cronograma, sino que también respalda la teoría de que la historia de la evolución humana en Europa no fue una línea recta, sino un panorama más complejo y ramificado, donde distintas poblaciones de homínidos habitaron el continente al mismo tiempo, enriqueciendo nuestra comprensión sobre el pasado de nuestra especie.











