

En esta cuarta entrega de "La Meta", corresponde hablar del tercer procedimiento operativo que son los gastos de operación, a los que Goldratt define como "todo el dinero que gasta el sistema para convertir el inventario en ingresos netos".
Es simple el concepto, el inventario son básicamente los insumos y los productos terminados, o estos últimos si la empresa no fabrica y solamente revende. Para generar el inventario hay que gastar dinero, lo mismo para procesarlo y entregarlo a los clientes. Dentro de estos gastos podemos incluir mano de obra, costos de fabricación, transporte, embalaje, energía, gastos administrativos, gastos asociados a mantener inventarios (almacenaje, manipuleo, frío o calor según requiera el producto) etc.
Hay situaciones especiales por ejemplo- los cuellos de botella, que pueden ocasionar gastos adicionales cuando están al límite y son freno de la velocidad y productividad de la operación, por ello hay que subordinar el sistema a la capacidad del eslabón más débil. También desearemos evitar el costo de las urgencias, mover un insumo urgente por vía aérea debido a un imprevisto o una mala planificación generará mayores costos; lo mismo con las horas extras y/o con el síndrome de la última semana.
En resumen, para mantener los gastos de operación lo más bajo posible, se debe ser eficientes y eficaces; es decir hacer las cosas correctas y además hacerlas bien, cuidando especialmente de no hacer muy bien lo que directamente no hay que hacer.
Los invito a regresar a la primera cápsula de esta serie "La Meta" y recordar que para que las empresas logren su meta (ganar dinero) deben gestionar el trade off (balanceo) permanente entre los tres procedimientos operativos: aumentar los ingresos y al mismo tiempo reducir el inventario y los gastos de operación. Nada fácil, porque este balanceo hace colisionar entre sí los objetivos individuales de cada área. Ventas presionará para tener más inventario, aunque se gaste más. Administración y compras presionarán por gastar menos y Logística querrá inventarios lo más bajos posibles; será tarea de la Dirección General establecer objetivos claros para cada uno de ellos y aunque contrapuestos planificar que estén alineados y vinculados entre sí.
Sugiero que, para entender mejor La Meta, vuelvan a leer de corrido mis últimas cuatro cápsulas y tal vez los ayude a balancear mejor el sistema en su empresa y que como resultado ganen más dinero para los accionistas, los empleados, los directivos y el pago de impuestos que sostienen al país. Si las empresas argentinas generan más riqueza, ya sean pequeñas o grandes, habrá más empleo y este será un país más rico para todos.









