Con el mate, el facón y la guitarra, no hay prenda que identifique más al ser argentino que el poncho. Una de las particularidades de esta pieza es que -si bien existen tejidos industriales-, se elabora totalmente a mano, desde la esquila hasta la formación de vellones que se transforman en lana.

Tejer un poncho puede llevar de 15 a 20 días, con una persona trabajando ocho horas diarias, cuenta Ramón Baigorria, creador de la marca Rua Chaky (hecho a mano, en Quichua), junto a su mujer, Graciela Carrasco. Ambos viven y tienen su taller en la localidad catamarqueña de Belén, considerada la cuna del poncho.

Buscado en el exterior

El matrimonio trabaja en telares tradicionales, con horcones de madera, y produce unos cuatro o cinco ponchos por mes. "Usamos lana de oveja, que le compramos a productores de la zona", apunta Baigorria. También hacen chales en vicuña. "Todo el proceso es manual" -explica Graciela Carrasco-, "desde el ovillado hasta el tejido, y el teñido, que se hace con productos naturales. Con yerba mate, se obtienen hasta 12 gamas de verdes; con cáscara de cebolla, amarillos; los marrones se hacen con té, cortezas de árboles o cáscara de nuez; y con flores los celestes, naranjas y rojos".

Baigorria y Carrasco venden ponchos en su propio taller, en la plaza de Belén, o en ferias y exposiciones de textiles y artesanías. "Participamos en ferias en Milán, París y Bélgica, con ayuda de la Fundación Exportar y el programa Emprendedores de Nuestra Tierra, del Ministerio de Desarrollo Social", cuenta Baigorria.

En el exterior, tuvimos muy buena repercusión. "Subastamos los ponchos que habíamos llevado, porque eran pocos y había muchos interesados", confiesa. "No obstante, exportar no es fácil porque tenemos poco volumen y nuestros costos son altos. Estamos en el rubro Artesanías y competimos con países que tienen trabajo esclavo", comenta el emprendedor.
Uno de los diseños más pedidos de Rua Chaky es el Poncho del Bicentenario, con los colores celeste y blanco. El modelo se presentó durante el desfile del 25 de mayo y cosechó más de 7.000 Me gusta en la página de Facebook de la marca. Con un valor de $ 1.800 cada uno, vendieron más de una decena y harán otro tanto por encargo. "(La modelo) Ingrid Grudke nos compró dos", cuenta Carrasco.

El poncho, de fiesta

Desde 1954, en San Fernando del Valle de Catamarca, se celebra cada año la Fiesta Nacional e Internacional del Poncho. En la última edición, del 10 al 20 de julio, se dieron cita más de 700 artesanos y tejedores, representando a los pueblos catamarqueños, y de provincias vecinas. Entre los expositores había, además de tejedores artesanales, algunos diseñadores, que combinan los textiles artesanales con el diseño y la alta costura. En promedio, cada poncho tenía un valor que osciló entre los $ 500 (para niños) y los $ 5.000. El evento fue visitado por más de 600.000 personas durante los 10 días que duró.

Para muchos emprendedores, como Francisca Borja, de 88 años y oriunda del departamento de Belén, la Fiesta del Poncho es la principal oportunidad de venta de sus creaciones. El poncho de Vicuña, que Borja tejió durante un mes y ocho días, se llevó el primer premio.
Según datos de la Secretaría de Turismo de Catamarca, la Fiesta del Poncho es el principal evento turístico de invierno en la provincia. Este año, a diferencia de ediciones anteriores, su realización no coincidió con las vacaciones de invierno de la Ciudad de Buenos Aires, el distrito que siempre aportó la mayor afluencia.

Sin embargo, "fue compensado con creces por turistas provenientes de Córdoba, Santa Fe y Tucumán, quienes, con un gasto promedio de $ 600 por día, impulsaron una ocupación hotelera de entre 60 y 90%, destacó la secretaria de Turismo provincial, Natalia Ponferrada. Una vez concluida la Fiesta, emprendedores y organizadores se vuelcan a organizar la próxima edición, que -prometen- traerá novedades y sorpresas.