

Uno de los logros del kirchnerismo, que la inmensa mayoría reconoce, es la política de desendeudamiento, que redujo la deuda externa en moneda extranjera con tenedores privados a menos del 10 % del Producto Bruto. Es un cambio sustancial para un país que sufrió esa carga como uno de los determinantes del fracaso económico de las tres décadas anteriores.
Aunque no hay duda de que uno de los hitos del desendeudamiento fue el muy exitoso canje de la deuda en default realizado por Roberto Lavagna y Guillermo Nielsen durante la presidencia de Néstor Kirchner, también es cierto que se los ha criticado por haberles ofrecido a los acreedores, como incentivo para que acepten la operación, las Unidades ligadas al PBI, o más conocidas como Cupón PBI, que es un título con 30 años de vigencia que da derecho a un cobro anual en la medida que el crecimiento del PBI exceda una pauta previamente establecida.
Lo que se les cuestiona a los diseñadores y ejecutores de aquella megaoperación del 2005 es que la pauta de crecimiento establecida como base (la curva comenzó con 4,26 % de alza para 2005 y desciende hasta un 3 % a partir de 2015) fue mucho más baja que el crecimiento real, y eso gatilló enormes y exagerados pagos.
En efecto, hasta ahora se llevan pagados por Cupón PBI algo más de u$s 6.000 millones correspondientes al excedente de crecimiento de los años 2005, 2006, 2007, 2008 y 2010 (en 2009 el PBI creció menos que la pauta prevista), y el 15 de diciembre próximo los tenedores cobrarán otros u$s 3.500 millones correspondientes al excedente de crecimiento del año pasado. Un total imponente de casi u$s 10.000 millones. El incentivo terminó siendo demasiado generoso.
Por eso llamó la atención que sea Lavagna quien ahora critica al kirchnerismo en relación al Cupón PBI. En una reciente presentación en Córdoba acusó al gobierno de no haber recomprado esos títulos cuando convenía: Ya al momento del canje habíamos dejado explícitamente planteado un camino de recompra de deuda que apuntaba a neutralizar el efecto presupuestario del Cupón PBI. Está escrito en el prospecto de emisión, pero nada pasó. En cambio, en la usina del relato oficial hoy se debe estar analizando como presentar en sociedad a fin de año el pago anual del cupón que, como consecuencia de un crecimiento importante, se ha ido elevando en los últimos años.
El ex ministro tiene razón. El prospecto del canje prevé que a lo largo del sexenio 2006-2011 se tenía que destinar anualmente el equivalente al 5 % del exceso anual del PBI sobre el caso base exclusivamente a la recompra de bonos, y que la elección de los bonos a ser recomprados será una decisión de la República.
Tal como estaba indicado, el excedente se destinó a la recompra, pero no del Cupón PBI, sino casi por completo al rescate de bonos Discount y Par. Según un informe del estudio Gabriel Rubinstein y Asociados, en 2007 y 2008 el gobierno usó u$s 2.103 millones para recuperar Discount y Par.
Lavagna también dijo días atrás que el rescate de cupones para reducir los pagos debió hacerse como estaba previsto, el grueso no más allá de 2008.
¿Qué hubiera pasado? De acuerdo a los cálculos del estudio Gabriel Rubinstein y Asociados, si en lugar de destinar los 2.103 millones a la recompra de Discount y Par hubiesen rescatado Cupón PBI, a fines de 2008 habrían quedado apenas alrededor del 5 % de los títulos originalmente emitidos. Eso significa que el gobierno se podría haber ahorrado el pago por Cupón PBI que efectuó en 2011 y el que va a desembolsar a fin de este año por un total de casi u$s 6.000 millones. No sólo eso: el rescate casi total en 2008 también habría evitado, obviamente, todos los pagos que restan de aquí hasta el 2035 o hasta cubrir un máximo del cual todavía se está muy lejos.
Ni hace falta hacer las cuentas para concluir que la recompra de Discount y Par fue un grueso error de política financiera que costó miles de millones de dólares. Alguno estará tentado por contrastar esta pérdida con el ahorro que el gobierno consiguió en la deuda indexada con el CER al alterar los datos de inflación, pero esa comparación no puede omitir el daño imposible de cuantificar que significó la destrucción de la confianza en el Indec.
El error que mantuvo en vida al Cupón PBI lo ha transformado en uno de los títulos soberanos que más está brillando: la cotización del Cupón PBI en dólares acumula en lo que va del año un alza del 37 %; y si alguien lo compró doce meses atrás ya disfruta de una revalorización de 60 %.
Como en varios otros aspectos de la política económica, el trazo grueso del desendeudamiento apunta en sentido correcto, pero la sintonía fina no es una habilidad que abunde en el kirchnerismo.










