

La decisión de la Reserva Federal de EE.UU. de mantener una política monetaria muy expansiva es una buena noticia para nuestra economía. La reciente postulación de Janet Yellen para suceder a Ben Bernanke hace suponer que la FED no promoverá, llegado el momento, un cambio brusco de política monetaria. Ahora parece encaminada la discusión del presupuesto en el Congreso de EE.UU. El contexto general macroeconómico mundial ayudará a sostener los precios en dólares de la mayoría de nuestros bienes exportables y mantendrá bajas las tasas de interés en esa moneda. Los términos de intercambio seguirán siendo favorables para nuestra economía.
El mundo nos sigue ofreciendo la oportunidad de comprarnos a buenos precios en dólares los bienes que mejor podemos producir y exportar. Lamentablemente, los pesos que reciben los productores por los bienes exportados cada vez alcanzan para comprar menos bienes o servicios locales, porque mal que le pese a nuestra señora Presidenta, el peso ya se devaluó y mucho.
Cada vez se necesitan más pesos para comprar los mismos bienes o servicios, eso significa que nuestra moneda vale menos, que no se haya corregido el tipo de cambio nominal entre el peso y otras monedas no esconde la devaluación. Sólo introduce una distorsión que más temprano que tarde habrá que corregir.
Los dólares que necesita el BCRA los está ofreciendo el mundo, solo bastaría con sentar las bases para que nuestras economías regionales recuperen la competitividad que perdieron en los últimos años, que permitamos a nuestros productores vender al exterior en condiciones competitivas y no asfixiemos a los sectores que pueden generar divisas. No necesitamos pedirle dólares a evasores o delicuentes con blanqueos extraños e injustos, los dólares los podemos conseguir maximizando nuestras ventajas comparativas, como lo supimos hacer muy pocos años atrás.
Nos faltan dólares cuando al mundo le sobran, buscamos culpables externos cuando el daño es autogenerado. No necesitamos pedirle dólares al FMI, necesitamos que los argentinos saquen sus dólares del colchón. Los habitantes de este país tienen atesorada más moneda extranjera que el BCRA. Si el gobierno permitiera el funcionamiento de un mercado donde se pudieran comprar y vender divisas sin la participación del BCRA (reservando las pocas reservas actuales para el comercio exterior y deudas del Estado) aumentaría la oferta de divisas.
Hoy el Gobierno está en el mercado cambiario en el peor de los mundos. Retrasó el tipo de cambio oficial del peso respecto al dólar, todos saben que ese precio se corregirá y la única referencia palpable para el común de la gente es el dólar blue. El Estado busca bajar la oferta en el mercado informal y con eso solo logra aumentar su precio. Cuanto más alto cotiza el dólar blue, más altas son las expectativas devaluatorias. El Gobierno necesita aumentar la oferta en el mercado paralelo si quiere bajar las expectativas devaluatorias del peso frente al dólar.
Las últimas apariciones televisivas de nuestra Presidenta nos permitieron de primera mano confirmar que ella no ve necesidad de cambiar el rumbo. Nada se desprende de esos dichos que nos permita evaluar que nuestra Presidenta reconoce los problemas que enfrenta nuestra economía, ni los desafíos que nuestra sociedad deberá resolver luego del 27 de octubre, cualquiera sea el ganador de las elecciones.
Necesitamos dólares, pero desalentamos exportaciones. Queremos bajar el precio del dólar, pero limitamos su oferta y aumentamos su demanda (por la constante pérdida de valor del peso y el retraso del tipo de cambio). Le permitimos a los sectores más pudientes de la sociedad comprar dólares para consumir afuera o comprar autos importados a precios subsidiados, mientras le cobramos el impuesto inflacionario a quienes menos tienen y a quienes no les dejamos ahorrar en otra moneda que no sea el peso.
El problema no es ni la dirección ni la velocidad del viento, el problema son las decisiones que toma el capitán del barco, un barco que hoy perdió el rumbo.











