

Soy economista desde hace 24 años, profesor universitario desde hace 20 años, y trabajo en FIEL desde hace 17 años. Mi contacto con la elaboración de estadísticas es escaso comparado con el que tienen varios de mis colegas y otros especialistas en el país, pero por la naturaleza de mi trabajo es muy superior al de un ciudadano común. Desde esta posición escribo esta nota.
Como es de público conocimiento, actualmente FIEL y varios estudios privados están siendo fuertemente multados por la Secretaría de Comercio debido a que, según el asesoramiento brindado por el Indec, las estimaciones de inflación minorista realizadas por los privados contienen múltiples inexactitudes y deficiencias que descalifican su utilización, lo cual según el gobierno constituye una infracción a la Ley de Lealtad Comercial por inducir a confusión.
Naturalmente, la discusión administrativa, jurídica e incluso mediática está en pleno proceso, incluyendo argumentos de todo tipo, tanto técnicos como jurídicos-constitucionales. Al ser miembro de FIEL, claramente soy parte involucrada, y comparto plenamente la óptica de esta institución respecto del derecho que tenemos para realizar cálculos estadísticos, la corrección de los procedimientos seguidos teniendo en cuenta las restricciones informativas y presupuestarias, la correcta información que hemos brindado sobre el contenido de nuestras estimaciones, etc. Por otra parte, también creo que seguramente en alguna otra circunstancia, en otros estudios que haya realizado o fuera a realizar yo personalmente o cualquier economista o investigador en el país, pueden cometerse errores e imprecisiones técnicas, como ocurre en cualquier actividad profesional, sin que por ello estemos violando ninguna ley ni seamos punibles por parte del Estado.
Lo contrario supone una amenaza demasiado fuerte, cuyo objetivo no puede ser otro que empujar a que se callen aquéllos que pudieran decir o escribir algo contrario al interés del censor. Vale decir, la aplicación de la Ley de Lealtad Comercial para punir eventuales errores o deficiencias de estimaciones privadas demuestra un autoritarismo vergonzoso y es un despropósito en sí mismo.
En cualquier caso, el objetivo de esta breve nota es recordar y reflexionar sobre lo más ridículo de esta situación, esto es, que quien señala las supuestas inexactitudes (término por otro lado ajeno al análisis estadístico donde los errores son probabilísticos) es quien está mintiendo a toda la población desde 2007.
Todos lo sabemos, nadie cree que el IPC del Indec refleje correctamente (esto es, que sea un estimador insesgado) la inflación en GBA, y ello no es debido a que el Indec pondere más o menos uno u otro bien, que se midan más o menos negocios pequeños, que se quiten del índice productos con distinta dificultad de abastecimiento antes o después, etc., todas cuestiones que pierden relevancia relativa cuando la inflación real (que se intenta estimar) supera holgadamente el 10% anual.
El análisis técnico que desde la fuerza impone unidireccionalmente el gobierno por medio del Indec jamás podrá explicar en base a diferencias de ponderación cómo desde 2007 la inflación anual promedio estimada por los organismos estadísticos oficiales en las provincias y los privados en la ciudad de Buenos Aires ronda el 20% cuando la estimación del Indec está por debajo del 10%. Diferencias de esta magnitud, reiteradas año tras año, sólo se explican por el hecho de que alguien está cargando datos falsos: ¿será el Indec o todos los demás (coordinadamente, claro)?
¿Que no es así? ¿Que sí es creíble la inflación que mide el Indec? Un ejemplo basta para resolver esto por el lado del absurdo. La siguiente figura muestra la evolución del salario formal real promedio de la economía, utilizando como deflactor alternativamente el IPC que computa el Indec en GBA y el IPC FIEL (que en 2007 promedia estimaciones de organismos públicos en el interior del país y desde 2008 contiene la estimación propia en CABA que tanto molesta al gobierno).
¿Resultado? Con respecto al año 2006, el salario real en 2010 fue un 12% mayor usando el IPC FIEL y un 72% mayor usando el IPC Indec; con respecto a 2001, fueron 15% y 78% superiores, respectivamente. ¿Alguien cree que el trabajador formal promedio, con empleo en ambos períodos, pudo casi duplicar su poder de compra real entre 2001 y 2010? ¿Hugo Moyano tal vez? ¿Cuál de los dos índices de precios usados para representar la inflación real contiene más inexactitudes?
Es difícil volver del ridículo, y la gran pregunta es hasta cuándo el gobierno intentará silenciar a quienes lo señalen...











