Es uno de los principales proveedores de las empresas alimenticias, pero tuvo que reinventar su negocio por las trabas para importar
Melar vende semillas, condimentos y frutos secos a las principales compañías productoras de alimentos. El 90% de sus insumos eran importados, hoy ese número se redujo al 60%. Cuál fue la estrategia para crecer aún con el cepo importador
Melar es una pyme familiar con historia centenaria. Con un abanico de más de 1000 productos prové de materias primas -entre semillas, frutos secos y verduras deshidratadas- a los principales jugadores de la industria de la alimentación.
El negocio históricamente se basó en productos importados. Hace cinco años el 90% de la marca estaba compuesta por insumos del exterior y solo el 10% restante nacionales. Pero, las trabas a las importaciones, cambiaron el negocio. Buscando sumar valor agregado y surfear el presente complejo, invirtieron u$s 1 millón y, hace poco más de un año, lanzaron su propia marca.
"Indudablemente en los últimos cuatro años se importó menos. Lo que hicimos fue empezar a volcarnos hacia la industria nacional y buscamos ser más eficientes. Lo cierto es que, somos una empresa muy dependiente de productos importados lo que nos obligó a redefinir la estrategia", describió Jorge Scoufalos, CEO de Melear.
Desde Melar reconocen que en cantidad de kilos vendidos, el negoció decreció, pero así todo la facturación, en pesos ajustada por inflación, tuvo un alza del 20%. "Lanzamos El Cosaco, nuestra propia marca. Lo que hacemos es fraccionar y darle valor agregado al producto. De esta forma se vende más caro. Para eso invertimos mucho en producción, en maquinaria y sirve para compensar las complicaciones para importar", agregó Scoufalos.
Hoy el 40% de los productos que comercializa Melar son nacionales, muy lejos de aquel 10% que presentaba hace cinco años.
"Hoy estamos importando menos, pero lo que hacemos es, con nuestra marca propia, darle valor al producto. Llegamos al consumidor final a través por ejemplo de los supermercados", resaltó su CEO.
El foco cambió. "Antes una bolsa de 25 kilos la podíamos vender a u$s 1, ahora, al darle valor agregado lo hacemos a u$s 1,30. Es decir nuestro negocio es más rentable", explicó el empresario.
Para lanzar su marca propia Melar invirtió u$s 1 millón en nueva maquinaria y operarios. La planta se ubica en Tortuguitas, en zona norte en donde la marca cuenta con un depósito de 15.000 metros cuadrados cubiertos.
Una marca de cien años
La historia de Melar comienza en 1924 con una pareja de inmigrantes ucranianos, que se dedicaban a la agricultura en su país natal y que una vez radicados en la Argentina decidieron incursionar en la apicultura con colmenas en Navarro y Azul en la provincia de Buenos Aires.
Hasta 1976 fue una empresa dedicada a la miel, a la producción y a la venta a granel exclusivamente. Pero durante ese año comenzaron a fraccionar a través de su marca, Aquel Viejo Cosaco, con envases simples pero llamativos.
Ya en 1986 comenzaron a exportar miel a Bolivia y Brasil entre otros países; mientras que paralelamente incursionaron en la importación de jalea real y polen adueñándose de un incipiente mercado local con mucha proyección.
La década del 90 fue de crecimiento e incorporación de nuevos productos hasta que en los 2000 entraron los nietos del matrimonio a trabajar en la compañía. La miel dejó de ser el corazón del negocio. Ambos profesionales y licenciados en Administración de Empresas, comenzaron a pensar en hacer aún más profesionales los procesos y al personal de la empresa.
A partir de ese momento se estableció un plan concreto de crecimiento con proyecciones y estimaciones calculadas. Así, desde aquellos años en los cuales tenían un depósito de 300 m2 enfrente de su casa, en Villa Ballester, compraron un depósito de 2000 m2 en San Martín una cuadra de la Ruta 8, y actualmente poseen una moderna planta con certificación libre de gluten en Tortuguitas, provincia de Buenos Aires.
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