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La idea de que una planta pueda producir oro parece sacada de un cuento de hadas o de los manuales de alquimia medieval. Sin embargo, este concepto casi mágico es, en realidad, un campo de investigación real conocido como fitominería.

En México, donde la minería es una industria vital, esta técnica podría representar una revolución que ofrece una alternativa más limpia y sostenible para la extracción de metales preciosos.

La clave no está en que las plantas "creen" oro, sino en su asombrosa capacidad para absorberlo del suelo y concentrarlo en sus tejidos.

Cómo es la planta que produce oro: ¿se puede tener en casa?

Este proceso, aunque complejo, se basa en un principio natural que comienza en suelos que contienen partículas de oro, a menudo en concentraciones tan bajas que su extracción con métodos tradicionales resulta costosa e inviable.

Los científicos han descubierto que plantas como el eucalipto o la mostaza india (Brassica juncea) son especialmente eficientes en esta tarea. Para facilitar el proceso, se añaden agentes químicos al suelo que disuelven las partículas de oro, haciéndolas "asimilables" para las raíces de la planta, que las absorbe junto con el agua y otros nutrientes.

Una vez dentro de la planta, el oro viaja a través del sistema vascular y se acumula en forma de nanopartículas, principalmente en las hojas y tallos. La planta no sufre ningún daño; simplemente almacena el metal como si fuera un bioacumulador natural.

Lejos de la fantasía de cosechar pepitas de oro directamente de las ramas, el paso final requiere un proceso industrial. Cuando las plantas han acumulado una cantidad significativa de metal, se cosechan y se incineran. Las cenizas resultantes contienen el oro concentrado, que luego se separa y refina a través de métodos metalúrgicos convencionales para obtener el metal puro.

Qué es la fitominería

La fitominería requiere condiciones muy específicas: un suelo con presencia de oro, el uso controlado de químicos y una infraestructura para la cosecha e incineración a gran escala. Su verdadero valor reside en su potencial como una alternativa más ecológica que la minería a cielo abierto, que a menudo causa una devastación ambiental significativa.

Un beneficio adicional es que este método podría usarse para extraer metales valiosos de terrenos contaminados o de relaves mineros, ayudando a limpiar el ambiente al mismo tiempo que se genera un beneficio económico. Más allá del oro, se investiga la capacidad de otras plantas para acumular platino, paladio y otros metales raros.