

Aunque muchos creen que la fiebre del oro es cosa del pasado, un pequeño pueblo en el norte de España ha demostrado lo contrario. Nalvegas, una pintoresca localidad en el corazón de Asturias, se ha convertido en el centro de atención gracias a una tradición milenaria: el bateo de oro en el río, una práctica que ha puesto al pueblo en el mapa turístico y cultural.
El Río Nalvegas no es un río común, sus aguas transportan un legado geológico de millones de años. El oro encontrado en sus cauces proviene de depósitos fluviales formados en el occidente asturiano.
Gracias a procesos de erosión, desgaste natural y movimientos tectónicos, las pequeñas partículas de oro de las rocas subterráneas son arrastradas por la corriente, haciendo que este preciado mineral "corra por el río".

La presencia de este metal en la región se asocia con la intensa actividad volcánica y tectónica que caracterizó el pasado geológico de la Cordillera Cantábrica. Estos eventos favorecieron la circulación de fluidos hidrotermales ricos en minerales, que al enfriarse y solidificarse en las grietas de las rocas, dieron lugar a la formación de oro.
Cómo extraer el oro del río
La técnica del bateo, que utiliza una batea para separar el oro de los sedimentos fluviales, no es nueva. Su origen se remonta al Imperio Romano, una época en la que la zona de Asturias era un centro neurálgico de la explotación aurífera en la antigua Hispania. Los ingenieros romanos perfeccionaron esta práctica para extraer el mineral de forma eficiente.
Hoy en día, este legado histórico se ha transformado en una actividad lúdica y turística. Nalvegas es la sede del Campeonato Nacional de Bateo de Oro, un evento que atrae a entusiastas de toda España.
Los participantes compiten en categorías individuales y por equipos, poniendo a prueba su velocidad y precisión. Cada ronda es un desafío, donde deben identificar de 5 a 20 pepitas de oro escondidas en 10 a 20 kilogramos de arena.
El bateo de oro ya no es una forma de vida en Nalvegas, pero se ha convertido en una poderosa herramienta para promover el turismo rural y cultural. Esta práctica ofrece una experiencia única que conecta a los visitantes con la historia milenaria de la región, permitiéndoles participar en un legado romano que sigue vivo en el cauce del río.















