A partir del próximo 26 de diciembre, millones de mexicanos que cruzan regularmente la frontera hacia Estados Unidos se enfrentarán a una nueva realidad: un sistema biométrico integral que capturará y almacenará sus datos faciales y huellas digitales cada vez que entren o salgan del país vecino.
La medida fue oficializada por el Departamento de Seguridad Nacional y la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza mediante la publicación de una norma final que modifica los artículos 8 CFR 215.8 y 235.1, marcando el inicio de lo que expertos describen como un “nuevo paradigma de vigilancia” en la era digital. Para México, cuya relación económica y social con Estados Unidos implica más de un millón de cruces fronterizos legales diariamente, las implicaciones son monumentales.
El sistema permitirá confirmar con mayor precisión la identidad de los extranjeros que soliciten entrada o admisión y verificar su salida del país.
La anatomía del control digital: cómo funciona el sistema que vigilará a millones
La medida se apoya en una amplia infraestructura tecnológica que consolida uno de los mayores sistemas de vigilancia migratoria de la historia reciente de Estados Unidos. La normativa ordena a los agentes fronterizos recopilar fotografías y datos biométricos de toda persona extranjera en cada ingreso y salida del país, ya sea por aeropuertos, puertos marítimos o cruces terrestres.
Para los viajeros mexicanos, el alcance es total: el control se aplica en garitas vehiculares como Tijuana–San Ysidro, en puentes internacionales como los de Laredo, en aeropuertos como Los Ángeles y en terminales de cruceros en Miami.
El proceso utiliza la plataforma Smart Path, que captura imágenes biométricas durante la inspección y las contrasta con bases de datos de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP) en menos de tres segundos. Aunque el sistema permite verificaciones rápidas, especialistas advierten sobre posibles errores en contextos de alto volumen de cruces.
El gobierno estadounidense sostiene que el programa responde a objetivos de seguridad nacional, entre ellos la detección de terrorismo, documentos falsificados y declaraciones migratorias inexactas, así como la identificación de personas que exceden el tiempo autorizado de estancia. Desde 2017, las autoridades registraron cerca de 500,000 casos de permanencia irregular.
Nadie queda exento: la eliminación de excepciones y el impacto diferencial
Una de las características más polémicas de la nueva normativa es su universalidad sin precedentes. La regulación elimina las exenciones de edad que existían previamente, por lo que niños menores de 14 años y adultos mayores de 79 también deberán someterse a este proceso biométrico. Esta decisión generó especial preocupación entre familias mexicanas que cruzan regularmente con menores, desde estudiantes que asisten a escuelas en ciudades fronterizas estadounidenses hasta niños que visitan a familiares durante las vacaciones.
El control biométrico también afecta a residentes permanentes legales, quienes anteriormente no estaban sujetos a todas las fases del proceso de escaneo de huellas dactilares y fotografía en los cruces fronterizos. Esto significa que los mexicanos con Green Card, muchos de los cuales vivieron legalmente en Estados Unidos durante décadas y cruzan frecuentemente para visitar familia en México, ahora enfrentarán los mismos procedimientos exhaustivos que los visitantes temporales.
Para viajeros frecuentes, trabajadores transfronterizos y personas con asignaciones temporales como titulares de visas TN o L-1, este cambio tendrá un impacto directo, ya que las estancias prolongadas quedarán registradas automáticamente, eliminando periodos de gracia que antes podían pasar desapercibidos en el formulario I-94.
Los profesionistas mexicanos que trabajan legalmente bajo el Tratado de Libre Comercio, así como los trabajadores H-1B y otros con visas temporales, deberán ahora mantener registros meticulosos de cada entrada y salida, pues cualquier error o exceso de días podría comprometer futuras renovaciones o solicitudes.
La negativa a someterse al procedimiento tendrá consecuencias inmediatas y severas. Los viajeros que se nieguen a proporcionar datos biométricos podrían ser impedidos de abordar su medio de transporte o ser enviados a una inspección secundaria, lo que podría implicar retrasos adicionales.
La arquitectura de la memoria digital: 75 años de almacenamiento y sus implicaciones
Quizás el aspecto más inquietante de este sistema no es la recolección de datos en sí, sino lo que sucede con ellos después. Las fotografías y datos biométricos de los extranjeros serán almacenados en el Sistema de Gestión de Identidad Biométrica del DHS por un período de hasta 75 años. Para poner esto en perspectiva, un mexicano de 25 años que cruce la frontera en 2026 podría tener sus datos biométricos almacenados en bases de datos gubernamentales estadounidenses hasta el año 2101, cuando cumpla 100 años.
En específico, el sistema compara los datos biométricos de una persona con una lista de vigilancia de terroristas, criminales y violadores de inmigración conocidos o sospechosos, además de compararse con la base de datos de huellas dactilares que el departamento capturó desde que la Oficina de Gestión de Identidad Biométrica inició sus acciones.
La distinción entre ciudadanos y no ciudadanos en el tratamiento de estos datos es marcada. Las fotografías de los viajeros extranjeros serán almacenadas por el DHS, mientras que las de los ciudadanos estadounidenses se eliminarán automáticamente 12 horas después de confirmar su nacionalidad. Esta diferencia fundamental en el tratamiento de datos plantea cuestiones sobre equidad y proporcionalidad en un sistema que afecta desproporcionadamente a las comunidades fronterizas mexicanas.