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En el ámbito de la filosofía, los experimentos mentales constituyen herramientas valiosas que permiten imaginar posibles escenarios. Su propósito es analizar en profundidad nuestro entorno desde una perspectiva diferente y evaluar nuestras respuestas ante diversas situaciones hipotéticas.

En este contexto, se presenta un experimento que ha suscitado la reflexión de los pensadores acerca de la realidad en la que habitamos, cuestionando si esta realmente existe o si, en cambio, estamos atrapados en nuestra propia mente. A continuación, se expone el contenido relacionado con este intrigante tema.

La teoría filosófica que plantea la inexistencia de la realidad

En el siglo XX, en el ámbito de la filosofía, surgió la interrogante sobre las implicaciones de que a una persona le quitaran el cerebro para colocarlo dentro de un cubo repleto de líquido vida. En este escenario, las neuronas estarían conectadas mediante cables a una computadora capaz de replicar los mismos impulsos eléctricos que recibiría si permaneciera en un cuerpo humano.

No obstante, se consideró que este dispositivo podría simular una realidad virtual, permitiendo que el cerebro, al encontrarse en un cubo, continuara experimentando experiencias similares a las que tendría en un cuerpo humano, sin poder discernir su verdadera ubicación.

La teoría en cuestión busca demostrar que no existe una realidad absoluta. Según los principios que establece, si no somos capaces de discernir si nuestro cerebro se encuentra en un cubo o en nuestro cuerpo, entonces ¿cómo podríamos asegurar cualquier otra verdad?

Se propone que lo que consideramos "verdades irrefutables", como el hecho de que estamos caminando en la calle, podrían ser verdad solo si nuestro cerebro se encuentra en nuestra cabeza. Sin embargo, si estuviera en un cubo, dicha verdad incuestionable podría ser simplemente una simulación.

Perspectivas filosóficas sobre esta teoría

La teoría del cerebro en el cubo, según el filósofo estadounidense Hilary Putnam, sostiene que para poder afirmar cualquier verdad, es imperativo haber tenido experiencias reales. Por ejemplo, si una persona declara que está observando un árbol, debe haber visto un árbol real previamente para poder hacer tal afirmación.

En este contexto, un cerebro en un cubo jamás podría expresar "yo soy un cerebro en un cubo", ya que al referirse a cerebros y cubos se estaría hablando siempre de simulaciones de estos elementos, nunca de los reales. Por lo tanto, según el filósofo, un cerebro que realmente se encuentre en un cubo no podría realizar tal declaración.

Esta discusión, aunque relativamente reciente, tiene antecedentes en las reflexiones de Descartes, quien sostenía que no podía confiar en sus propias opiniones, dado que sus acciones podrían estar siendo controladas por un "genio maligno".

De acuerdo con Putnam, el cerebro en un cubo se referiría a diversas entidades que pertenecen a su mundo virtual, no a nuestro mundo real.