El Estado Islámico de Irak y el Levante (EIIL), que ha puesto en jaque a Bagdad al controlar extensas zonas del norte y el oeste del país, declaró ayer el califato islámico y a su líder, Abu Bakr al Bagdadi, como califa de todos los musulmanes.

Los insurgentes sunitas, encabezados por el EIIL además han conseguido enlazar esas tierras con el territorio que los yihadistas dominan en el este y el norte de Siria.

En su instauración del califato, el EIIL, una escisión radicalizada de Al Qaeda, ha cambiado su denominación al prescindir de Irak y el Levante, por lo que pasa a llamarse únicamente Estado Islámico.

La aspiración de este sistema político, extinguido desde comienzos del siglo XX con la desaparición del califato otomano en Turquía, es vertebrar a toda la comunidad de creyentes musulmanes bajo el gobierno de un único califa, máxima autoridad política y religiosa.

Por ello, el Estado Islámico proclama en su edicto Esta es la promesa de Dios a su líder Ibrahim ibn Awad, más conocido como Abu Bakr al Bagdadi, como imán y califa para los musulmanes de todo el mundo.

El califato no entiende de fronteras políticas ni divisiones administrativas que no sean las recogidas por la sharía (ley islámica).