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Uruguay tiene la oportunidad de controlar una inflación crónicamente alta, ya que una economía lenta mantiene bajo control los precios al consumidor, lo que le permite al banco central reforzar su credibilidad antes de que vuelvan las presiones inflacionarias.
Por primera vez en tres años, en abril pasado los precios al consumidor se situaron dentro del rango meta de 3% a 7% al registrar una variación interanual del 6,76%. El banco central, liderado por el exejecutivo de Banco Santander Diego Labat, prevé una desaceleración de la inflación a alrededor del 6,3% en diciembre y al 5,2% en 2022.
El banco central hará un giro en la política monetaria expansiva cuando corresponda para que la inflación converja con el rango meta durante los próximos dos años, le dijo Labat en entrevista con Bloomberg.
"Somos conscientes de las dificultades de credibilidad", afirmó. "El único remedio es ir cumpliendo paso a paso todo lo anunciado".
El país cuenta con una de las economías más fuertes de la región, pero durante años ha tenido uno de los mayores niveles de inflación entre los países con grado de inversión. La pandemia obligó al banco central a priorizar la economía con una política monetaria flexible y medidas destinadas a mantener el flujo de crédito. La contracción del 5,9% del PBI el año pasado y una lenta recuperación han atenuado el aumento de los precios y les ha dado a los responsables de formular la política monetaria margen para mantener la tasa de referencia en el 4,5% desde que la tasa se volvió a introducir en septiembre pasado.
Las expectativas de inflación siguen siendo demasiado altas, dijo Labat. La encuesta más reciente del banco central a economistas prevé que los precios al consumidor suban un 7% este año y un 6,8% en 2022, cuando la autoridad monetaria rebaje el límite superior de su rango meta al 6%.
"Las expectativas y la convergencia de esas expectativas nos importan", señaló Labat. "No nos preocupan las presiones inflacionarias puntuales" que podrían aparecer a finales de este año, dijo.
Dificultades de credibilidad
Uruguay ha sido testigo de muchos falsos amaneceres en sus esfuerzos, a menudo poco entusiastas, por reducir la inflación en los últimos años. Los precios al consumidor descendieron brevemente a un 5,24% a mediados de 2017, solo para alcanzar un máximo de 16 años del 11,05% en mayo de 2020 debido a la caída de la moneda.
Los objetivos fiscales del gobierno y las próximas negociaciones salariales que son congruentes con una menor inflación deberían ayudar a Uruguay a deshacerse de su hábito de incorporar altas expectativas de inflación en los salarios y los precios, dijo.
"Estamos tratando de romper esta indexación en un momento que la coyuntura nos ayuda. Quizás en un momento de expansión ese proceso iba a ser mucho más difícil", dijo Labat.