

Las góndolas viven tiempos duros, en un marco recesivo que ya lleva un semestre y que se agravó en el último trimestre. La caída del consumo de productos de primera necesidad en lo que va del año es de 6,4%, en el canal de proximidad.
Con salarios viejos y precios nuevos, una cuota de incertidumbre y estrategias de consumo defensivas, los consumidores cambian carne bovina por pastas frescas, consumen menos lácteos -incluso leche fluida-, hacen rendir los productos de limpieza y dosifican sus compras.
Esperamos un nuevo amanecer del consumo hacia el segundo semestre, con una caída del ritmo inflacionario -propiciada por el menor consumo- y el impulso de los demorados acuerdos paritarios. Afrontar el contexto y salir airoso debe ser una tarea de todos y no sólo de los que forman parte de cierto 'unitarismo del consumo', en el que aparecen grandes cadenas, sus segundas marcas y compañías líderes.
Hoy existen unas 10.000 pymes alimenticias en el país y decenas de miles de pequeños supermercados de barrio y almacenes que quedan excluidos de planes como Precios Cuidados. Para el beneficio del país, necesitamos que éstos programas, como los que vengan, incluyan a todos en la cadena de valor.













