Interesante debate empresarial sobre meritocracia, justicia, comunidad y pobreza
La primera jornada del encuentro anual de la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa (ACDE) giró en torno al rol de los empresarios frente a la pobreza. Y el papel de la meritocracia para atacar ese flagelo social.
Referentes destacados de la política, el mundo empresario, intelectuales y líderes de la sociedad civil, se dieron cita este martes en el 25° Encuentro Anual de la Asociación Cristiana de Dirigentes de Empresa (ACDE), convocado bajo la consigna "Convivencia para el desarrollo", para dialogar acerca de justicia, meritocracia, comunidad y libertad.
Con foco en la actualidad que interpela al país, los expositores conversaron e intercambiaron opiniones, buscando hacer un aporte y construir una respuesta desde los ámbitos empresarial, social y académico a los desafíos de la coyuntura.
Uno de los platos fuertes fue la presencia del juez de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Carlos Rosenkrantz, vicepresidente del tribunal, en conversación con Juan Vaquer, expresidente de ACDE.
El representante de la máxima instancia judicial del país, pidió que la sociedad "no deje de lado a los que están peor".
"La política, con pe mayúscula, nace para zanjar la imposibilidad de ponernos de acuerdo de como una sociedad debe distribuir sus cargas y beneficios. La sociedad tiene que servirnos a todos, hacer que estemos mejor. Así como es impropio de un Ejército dejar a sus heridos en el campo de batalla, lo mismo debe ocurrir en una sociedad: no se puede dejar de lado a los que están peor", remarcó el magistrado.
Por otro lado, Rosenkrantz se refirió a los consensos que necesita el país para progresar. "Si bien la sociedad necesita consensos transaccionales, donde cada parte resigna algo para lograr un modo de vivir, el consenso es más que eso: es encontrar principios que rijan la convivencia, la búsqueda de la verdad. Hay una relación entre derecho y Justicia, pero no es una relación lineal. La primera responsabilidad de los jueces es aplicar el derecho, que es aplicar reglas. Si las reglas se aplican la gente sabe a qué atenerse cuando coopera", y agregó: "En ninguna comunidad hay Justicia si no hay Derecho".
Para finalizar el magistrado se refirió al rol de los jueces en la comunidad. "Los jueces no son agentes de cambio en una sociedad, arbitran los conflictos, pero no juegan el partido. A los jueces hay que pedirles que apliquen el Derecho, que quiere decir proteger a la Constitución y protegerla de las reglas que pueden ser inconstitucionales. Cuando el escrutinio sobre nosotros, los jueces, es más estricto, es mejor. Ver si son consistentes a lo largo del tiempo, si los principios que adoptan son extrapolables a otros casos, si son coherentes".
Una apuesta a la meritocracia
Durante la apertura, Fernando Oris de Roa, presidente del 25° Encuentro de ACDE señaló que "la sociedad no está funcionando bien. No podemos producir bienestar ni riqueza. Los líderes nos separan y perdemos gente; hijos que se van. Nadie nos habla de futuro." En este sentido, mencionó que los políticos "no indican el camino, posiblemente porque no lo conozcan o porque no tengan el coraje de señalar el inevitable sacrificio que la sociedad tendrá que pasar para lograr la prosperidad".
Para Oris de Roa, "debemos reducir los desacuerdos y recuperar el tiempo perdido. Es muy probable que vengan cambios profundos en el funcionamiento de nuestra sociedad para que vuelva a ser productora de bienestar para todos nuestros ciudadanos. Pero cuando ocurran estos cambios imprescindibles tenemos que darnos cuenta que van a ser dolorosos y onerosos".
Y también hubo un mensaje a los empresarios: "Tendremos que apoyar y sostener. Tenemos que mostrar que nuestra prioridad no va a ser el cuadro de resultados, sino el bienestar de nuestra comunidad".
"Tenemos que trabajar sobre lo que está funcionando mal, ver qué es una sociedad justa y pensar sobre los beneficios y riesgos de la Meritocracia", consideró.
Durante su presentación en el primer bloque titulado "¿Podemos construir una sociedad justa?", Gabriel Kessler, profesor de la Universidad Nacional de la Plata, dijo estar en desacuerdo con la idea de que la solución se base en los sacrificios de la sociedad.
A su criterio, es necesario lograr un consenso para enfrentar el desafío de la pobreza multidimensional y puso como ejemplos a Chile y Colombia, que avanzan en este sentido. "Para salir de la polarización la primera condición es pensar que algo del otro es positivo. Por caso, creo que si bien el país fracasó, la sociedad no. Tenemos una sociedad más abierta y más plural", destacó.
A su turno, Roberto Murchison, CEO del Grupo Murchison apuntó: "Tendemos a pensar que el problema es solo la pobreza. Pero para los actores de los sectores vulnerables, lo que les enoja es la mala distribución de la riqueza; sienten que es injusta. Este es un problema que el capitalismo viene arrastrando hace mucho tiempo y las sociedades no han encontrado la forma de resolverlo". Por eso, agregó: "el acceso al crédito, a los bienes comunes y al trabajo formal son las cuestiones determinantes que necesitamos abordar".
Ser o hacer, ésa es la cuestión
Lucas Grosman, rector de la Universidad de San Andrés, en tanto, consideró: "La meritocracia se vincula con la acción, con lo que hacemos, no con lo que somos, que es el foco de la aristocracia"
Señaló además que "en la meritocracia los premios se ganan, en la aristocracia se heredan" y manifestó que la meritocracia está íntimamente vinculada a la igualdad de oportunidades, pero que siempre tiene un enemigo en común: la asignación de posiciones y premios por razones ajenas al mérito.
"Si una parte sustancial de la población no logra progresar por su propio mérito, tenemos un problema sistémico, un déficit en el impulso de los incentivos correctos. Una sociedad que le da la espalda a la meritocracia es una sociedad que no da los incentivos correctos y se vuelve más injusta y más pobre", dijo. Y concluyó: "Ninguna sociedad puede progresar si mérito y recompensa no están razonablemente alineados. A nuestro país lo aqueja un enorme déficit meritocrático".
Para Dora Barrancos, Investigadora Principal del CONICET, el concepto de meritocracia juega paradójicamente con dos presupuestos: igualdad y desigualdad. "En general la gente no piensa que llegan los que más saben ni los que más se esforzaron", planteó.
Martín Migoya, CEO de Globant" advirtió: "Tenemos que dejar de discutir. Uno más uno es dos y aquí parece que es la raíz de dos". Planteó además: "Juzguemos a nuestra gente por el nivel de esfuerzo, más allá de su capacidad intelectual. Creo que la meritocracia es necesaria pero no es suficiente. El mérito es necesario para tener éxito, partiendo de condiciones iguales. El más meritorio es el que más se esfuerza para llegar a un lugar, no el que más inteligencia tiene. Sin mérito y sin oportunidades no existe la forma de progresar". En este contexto, "la educación es absolutamente central" y "la pregunta que nos debemos hacer es: ¿Cómo educamos mejor?".
Por último, Migoya indicó: "El mérito no sólo tiene que ver con aplicar esfuerzo a tu inteligencia sino con saber responder a lo que otros valoran, a los incentivos. Ahí es donde podemos entender el rol del mérito y el rol de las oportunidades", finalizó.
El papel del sistema educativo
En el panel "Educando para el mérito, construyendo futuro", Diego Golombek, profesor de la Universidad de San Andrés, consideró: "Desde el lado empresario están pidiendo a la educación algo que la educación no está pudiendo cubrir. Tenemos que conversar sobre qué es lo que está pasando con la educación y el mundo del trabajo".
Al respecto, dijo que "la tecnología nos pasa por arriba. En la educación en ciencias tenemos un agujero importante que cubrir: la educación inicial. No hay horas de Ciencias Naturales en la escuela primaria. Hay un desafío enorme para integrar las disciplinas y no compartimentarlas como sucede en la escuela y no en el mundo del trabajo". Y resaltó que "tenemos una oportunidad vigente que hay que aprovechar al máximo: las empresas y emprendimientos que buscan personas capacitadas y no están consiguiendo. Tenemos que poder dar una respuesta".
En cuanto a la educación universitaria, Golombek afirmó que "solo llega a una porción mínima de la población, de modo que cuando hablamos de meritocracia también tenemos que hablar de igualdad de oportunidades". El investigador concluyó diciendo: "El único reaseguro que tenemos de que nuestros empleos no sean reemplazados por los algoritmos y la inteligencia artificial es la educación continua".
Por su parte, Guibert Englebienne, presidente de Endeavor, sostuvo: "Estamos ante un cambio de era. Cuanta más gente esté capacitada, más va a encontrar su lugar en el mundo del trabajo. Por eso el sector educativo debería aggiornarse a un mundo que está cambiando aceleradamente, pero las empresas son también un lugar de formación y si no encuentran es porque no están haciendo bien su trabajo". En ese sentido, manifestó: "Si realmente no encuentro talento, es porque no estoy haciendo bien mi trabajo".
Sobre Argentina dijo: "Nos han hecho creer que un país como el nuestro es rico y tiene todo dado, pero no es así: el mundo está cambiando y tenemos que trabajar para adaptarnos y generar oportunidades. Los países que no se han peleado con la generación de valor y riqueza, que no se han peleado con la meritocracia, han crecido mucho más que nosotros en términos comparativos".
Por último, Englebienne aseguró: "Si no dedicamos tiempo a la educación, a entender el mundo que se viene, muy difícilmente podamos liderar a nuestras organizaciones de la forma en que lo requieren. Los que ganen en el futuro van a ser quienes adopten una cultura de educación constante".
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