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El papa León XIV continúa alejándose de la tradición de Francisco y esto puede verse en las pequeñas decisiones. En la misa que le dio inicio a su pontificado en la Plaza San Pedro del Vaticano, Robert Prevost obvió un ritual que para Bergoglio era fundamental.

El pontífice atravesó la plaza en el papamóvil, saludó a los fieles y continuó hacia la Basílica de San Pedro. Al iniciar la misa un detalle no pasó desapercibido entre los fieles e hizo que muchos pensaran en lo que hubiera hecho Francisco.

León XIV inició su pontificado alejado de los valores de Francisco

El nuevo papa dio inicio a su pontificado este domingo 18 de mayo en la Plaza de San Pedro, donde se celebró la santa misa frente a millones de fieles y autoridades civiles y religiosas. Y, a pesar de que la homilía dada por León XIV llegó a los corazones de los católicos alrededor del mundo, la misa no fue el caso.

Y es que, a diferencia de Francisco, Prevost decidió tener una misa tradicional en latín, sorprendiendo a todos debido a que parecía estar orientado hacia una Iglesia comunitaria al igual que su predecesor. Durante el papado de Bergoglio las misas fueron en italiano en su totalidad, para que la palabra de Dios llegue a todos.

La primera misa de León XIV: las solemnes palabras del nuevo papa

Haciendo honor a su congregación, León XIV saludó a todos con una de las frases célebres de San Agustín: "Nos hiciste, Señor, para ti, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti" (Confesiones, 1, 1.1).

Además, lanzó una frase que quedó grabada en muchos: "Fui elegido sin ningún mérito y, con temor y temblor, vengo a ustedes como un hermano que desea hacerse siervo de la fe y de la alegría, recorriendo con ustedes el camino del amor de Dios, que nos quiere a todos unidos en una sola familia".

León XIV recordó al papa Francisco en su homilía

El pontífice recordó los últimos días de Francisco como algo intenso: "nos dejó como ovejas sin pastor". Y aunque parece que el nuevo papa se aleja de los ideales de su predecesor, su última frase hace recordar mucho a Bergoglio:

"Hermanos y hermanas, quisiera que este fuera nuestro primer gran deseo: una Iglesia unida, signo de unidad y comunión, que se convierta en fermento para un mundo reconciliado".