Poco se conoce en la Argentina sobre la Dieta Mediterránea. Es más, cuando se habla de Dieta, por lo general se habla de planes de alimentación restrictivos que generan desórdenes alimenticios y pueden provocar graves problemas de salud. Pero la Dieta Mediterránea no es ese tipo de dieta, sino que es un estilo de vida que marca el patrón alimentario de los países Mediterráneos. Cuenta con hábitos tan saludables que colocaron a Italia como el país con mayor esperanza de vida de toda Europa según un estudio publicado por The Bloomberg Global Health.

El estilo de vida que propone la dieta mediterránea, es una combinación de hábitos saludables y valores tradicionales que se transmiten de generación en generación. La base de la dieta mediterránea está formada por la actividad física, el descanso adecuado y la comida en familia porque esta dieta no implica un régimen alimenticio, sino que propone hábitos saludables para toda la vida.

La dieta mediterránea es lo que llevó a Italia a colocarse primero en el podio como el país más saludable en el mundo. ¿Cuáles fueron los factores para que esto sucediera? Simple: sin restricciones de alimentos y hábitos saludables. La alimentación en Italia se destaca por la calidad de los productos que se utilizan: el tipo de grasa que lo caracteriza (aceite de oliva, pescados azules y frutos secos), las proporciones en los nutrientes principales que guardan sus recetas (cereales y vegetales como base de los platos y carnes o similares como “guarnición ) y la riqueza en micronutrientes que contiene, fruto de la utilización de verduras y frutas de estación, hierbas aromáticas y condimentos.

Otro factor fundamental de la Dieta Mediterránea que la hace tan exitosa, es el placer por la comida, el disfrute de compartir un momento con amigos, en familia. Siempre priorizando la calidad y cuidando las porciones, sin que haya nada prohibido.

En los últimos tiempos hemos sido testigos de las diferentes estrategias que se han impulsado desde organizaciones y gobiernos para tratar de revertir o detener el aumento de las tasas crecientes de obesidad y sedentarismo, pero es importante reflexionar que si realmente queremos buscar soluciones a largo plazo que modifiquen las estadísticas, la restricción y la prohibición no son el camino.

Por ejemplo, un reciente informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO)[1] da cuenta que los niveles de obesidad en Chile continúan en aumento más allá de que el país trasandino ha puesto en marcha estrictas reglamentaciones en materia de alimentos.

Es necesario acompañar las medidas con educación alimentaria nutricional con un enfoque a largo plazo, de cambio de hábitos y no meramente de restricciones que acaban por generar mayor deseo por aquello que se está prohibiendo.

Se ha visto que tanto a nivel individual como poblacional las medidas “dictatoriales generan el efecto contrario. Porque no comemos solo para alimentarnos, comemos también por placer.

Por eso mismo, la tradición mediterránea nos brinda un claro ejemplo de que se puede vivir saludablemente sin caer en los extremos, teniendo en cuenta la calidad, el placer, el disfrute, la inclusión, el equilibrio y la moderación.