Boom: la explosión de la literatura latinoamericana

En París, Cortázar empieza a edificar su obra en 1951. Como él, otros narradores sudamericanos estaban publicando sus primeros libros y a partir de 1960 obtuvieron un alto grado de popularidad que los empujó a la fama inmediata. La Revolución Cubana fue clave.

Rayuela no es una isla. El fenómeno de su recepción se produce en un contexto muy particular. El bloque temporal sesenta/setenta constituye una época que se caracterizó por la percepción compartida de la transformación inevitable.

 Acontecimientos verdaderamente inaugurales como la Revolución Cubana fueron considerados centrales en la historia de la segunda mitad del siglo XX.

Cortázar, como muchos escritores del llamado boom e intelectuales de la época, empezaron a simpatizar con la revolución y difundieron esa experiencia. El centro cultural de La Habana "Casa de las Américas" ocupó un lugar central en aquel momento particular. No por nada, entonces, su librería lleva el nombre de Rayuela.

Dentro de un consenso más o menos generalizado y teniendo en cuenta que toda elección es arbitraria, se consideran dentro del boom, además del libro de Cortázar, las siguientes obras: La ciudad y los perros (1961), del peruano Mario Vargas Llosa; La muerte de Artemio Cruz (1962), del mexicano Carlos Fuentes; Paradiso (1966), del cubano José Lezama Lima; Cien años de soledad (1967), del colombiano Gabriel García Márquez; Tres tristes tigres (1967), del cubano Guillermo Cabrera Infante; La traición de Rita Hayworth (1968), de nuestro Manuel Puig y El obsceno pájaro de la noche (1970), del chileno José Donoso.

Los sucesos más relevantes de aquellos años fueron los siguientes: inicio de la guerra fría, descolonización africana, "mayo francés", revolución sexual, guerra de Vietnam, surgimiento del movimiento hippie, procesos de politización revolucionaria en América Latina y, claro, la manera de producir y leer literatura.

Acusados de ser una mafia excluyente, secreta, inaccesible, un invento de editores que aprovecharon un gran momento de las letras en el continente, los autores nombrados y otros más dejaron su impronta. Las polémicas sobre sus textos y su relación con el Tercer Mundo, Europa y el fenómeno cubano fueron debatidas en todas las revistas culturales de la época y un libro, Los nuestros (1966) de Luis Harss, actuó como síntesis tratando de establecer un canon literario.

 

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