

Once de marzo a las siete de la mañana. Unas sombras se mo-vían junto al Colegio Daoiz y Velarde, en la calle Infantado, en los aledaños de la estación de Cercanías de Alcalá de Henares, en Madrid. En el interior de la estación, la gente se apelotonaba para acudir al trabajo, algunos a la universidad, otros, cerca de 12, según la policía, a colocar varias mochilas llenas de explosivo y metralla. Éstos fueron los únicos que cumplieron su cometido.
A las 7:35 de la mañana la ciudad se convulsionaba. Cerca de 67.000 trabajadores de la Comunidad de Madrid colaboraban en las tareas de auxilio y rescate para más de 1.400 heridos. Cerca de 190 víctimas mortales representaban un horror hasta entonces desconocido en toda Europa.
Cerca de las once de la mañana, un ciudadano llamaba a la comisaría e informaba de una furgoneta sospechosa. Una Renault Kangoo que había llevado hasta Alcalá de Henares a los terroristas.
El ministro del Interior ngel Acebes, decía en el lugar de los atentados, que la banda terrorista ETA era la principal sospechosa. Los efectivos de la policía conducían sobre las 14:30 la furgoneta sospechosa hasta una base policial en Madrid. Una hora más tarde, una cinta con versículos del Corán, y siete detonadores –de cobre y del tipo antigrisú, diferentes a los utilizados por ETA– abrían una nueva línea de investigación. La sombra de Al Qaeda se cernía sobre los atentados a tres días de las elecciones.
Los efectos personales, entre ellos una mochila, eran trasladados a una comisaría del barrio de Vallecas. A las dos de la mañana del día 12, sonaba un móvil en una de las mochilas. Al abrirla la policía no daba crédito. Diez kilos de explosivo, un teléfono móvil y metralla en abundancia no habían hecho explosión.
Al día siguiente, la pista del teléfono móvil llevaba al barrio madrileño de Lavapies. El locutorio Nuevo Siglo, se convertía en el escenario de la detención de Jamal Zougam, propietario del negocio, de su hermano Mohamed Chaoui, y un empleado, Mohamed Bekkali. El rastro de los teléfonos iba a parar a los hindúes Suresh Kumar y Vinay Kholy. Ambos habían vendido trece móviles y sus tarjetas a los marroquíes detenidos. En el registro del locutorio, la policía encontró anotados en papeles los números de teléfono de varios miembros de la célula de Al Qaeda sospechosa de participar en los atentados contra el World Trade Center, el histórico 11-S.
Una pista clave
Por su parte, los explosivos, del tipo Goma 2 Eco –fabricada por Unión Española de Explosivos– y los detonadores antigrisú, típicos de explotaciones mineras, guiaron la investigación hasta el único español conocido en la trama hasta el momento, José Emilio Suárez Trashorras, residente en Avilés.
El mismo día de la detención de Suárez Trashorras, el 18 de marzo, se conocía el arresto de otros cuatro marroquíes. Uno de ellos, Abderrahim Zbakh, “el químico , que ha sido sopesado por la policía como uno de los autores del atentado, y preparador de los explosivos. Mohamed Chedadi y Abdelouahid Berrak, también fueron detenidos el mismo día. Los tres, junto a Trashorras, ingresaron en prisión, no sin antes desvelar datos claves al Juez Del Olmo para el devenir de la investigación.
Otro de los detenidos el pasado día 18 de marzo fue Farid Oulad, quien tras comparecer ante el juzgado Nº 6 de la Audiencia Nacional fue puesto en libertad. Sin embargo, su declaración guió a la policía hasta sus dos hermanos, Naima Oulad, la única mujer en toda la trama, hasta el momento, y Khalid Oulad, que ya cumplía condena por robo y lesiones en la prisión de Salamanca desde 2001.
El mismo día de su detención, el pasado 23 de marzo, se daba captura a otros dos marroquíes, Faisal Alluchy Rafa Zuher.
El 25 de marzo, la pista apuntaba a Alemania como centro neurálgico desde el cual se habrían planeado los atentados, según los servicios secretos germanos.
El viernes 26 de marzo, la fiscalía alemana confirmaba un registro en un domicilio en Darmstadt, que correspondía a uno de los marroquíes detenidos en España, el cual habría vivido en Alemania hasta 2003. El mismo día, sendas detenciones en Marruecos y Madrid, elevaban a más de 20 personas arrestadas en lo que va de investigación.
La conexión marroquí
Ayer, el ministro Acebes informó en conferencia de prensa que se identificó a una organización islámica marroquí como la principal sospechosa de los atentados del 11-M.
Precisó que las investigaciones se centran en identificar a los líderes de esa organización y sus vínculos con el Grupo Combatiente Islámico Marroquí (GICM), involucrado en los ataques de Casablanca, el 16 de mayo de 2003.
Según el Departamento de Estado de EE.UU., entre las metas del grupo están “establecer un Estado islámico en Marruecos y respaldar la yihad (guerra santa) de Al Qaeda en Occidente .
Acebes indicó también que una de las ocho detenciones registradas ayer en Gran Bretaña en una redada antiterrorista “podría tener relación con los atentados de Madrid.
Tanto Italia, Gran Bretaña, Alemania y Marruecos ayudan en una investigación que sólo acaba de empezar.










