

El superávit fiscal primario a nivel nacional fue de 19.660 millones de pesos durante el 2005. Según declaraciones de funcionarios de la Secretaria de Hacienda de la Nación, el superávit primario de las provincias se situaría entre 3.700 y 4.200 millones. En consecuencia, el valor consolidado podría aproximarse a los 24.000 millones de pesos, cifra equivalente al 4,5% del Producto Interno Bruto (PIB).
El dato provincial constituye una buena noticia, ya que en los dos períodos expansivos de la década pasada, al segundo o tercer año de recuperación económica las erogaciones empezaban a crecer más que los recursos corrientes, encaminándose los gobiernos provinciales al déficit fiscal. Debido a que su gasto representa cerca de la mitad del gasto público consolidado Nación-Provincias, el consolidado provincial es un agente económico cuyo accionar no tiene un efecto menor sobre el comportamiento de la economía.
Al comparar las cuentas fiscales provinciales del 2004 con algunas estimaciones realizadas para el 2005, puede apreciarse que los ingresos corrientes habrían aumentado aproximadamente un 19% y los gastos corrientes primarios casi un 24%. Esto da por resultado un superávit primario de $3.900 millones, que está dentro de la banda mencionada en el primer párrafo. Si bien aún sería importante, marcaría una disminución del orden del 35% respecto a 2004.
Los ingresos provinciales están en gran medida determinados por la evolución que experimenta la economía. En cambio, las partidas de gasto dependen más de las decisiones que tomen los gobiernos. De su evolución se puede inferir el grado de sustentabilidad de las políticas que se aplican.
El gasto en personal es una variable de crucial importancia, dada su participación en el presupuesto público. En el 2005 habría tenido un incremento del 31% respecto al 2004, representando más de un 47% del total del gasto primario. No debe ignorarse que los sueldos públicos promedio muestran hoy un retraso en términos de poder adquisitivo aún superior al de los empleados privados informales.
Otra partida de interés la constituye el gasto de capital. Es una variable mediante la cual el estado contribuye a la generación de infraestructura productiva, esencial para alcanzar una tasa de inversión que posibilite tomar una senda de crecimiento económico sostenido. En el 2005 se habría incrementado casi un 40% interanual, llegando a representar un 2% del PIB. Tal relación ya sería superior al promedio del periodo 1993-2000 (1,66%). La inestabilidad de tal variable es evidente si se tiene en cuenta que en el 2002 alcanzó un valor de 0,77%.
Dado este marco probable para el cierre 2005, es importante analizar tanto la evolución como la composición del superávit fiscal primario consolidado. Junto con noticias que pueden considerarse buenas, es esencial advertir sobre riesgos potenciales, si se tiene la decisión de no repetir errores del pasado. En el 2005 las provincias habrían pasado de explicar un 26% del superávit consolidado Nación-Provincias a un 16,7% (28,4% en el 2003). La disminución se hace más evidente en el 2005 como consecuencia que el superávit provincial mostró una reversión nominal en su tendencia.
El interrogante que surge es si este superávit tiende a estabilizarse en un valor positivo o si las actuales políticas conducen nuevamente a un déficit. Un ejercicio simple es suponer que los ingresos corrientes tienen un incremento similar al PIB durante 2006 pero que el gasto primario lo hace al mismo ritmo de 2005. El resultado en este caso sería pasar del superávit actual a un déficit de $ 440 millones.
Pero teniendo en cuenta que existe una Ley de Responsabilidad Fiscal y que entre Nación y Provincias se está trabajando en su implementación, el gasto primario provincial no podría crecer más del 18% nominal (incremento aproximado dado que hay excepciones legisladas en la imputación de los gastos a considerar) y en este caso el superávit primario provincial sería de $ 4.600 millones, manteniendo su participación en relación al PIB en el 0,74%.
En síntesis, la clave está en el gasto incremental que se ejecute en 2006 respecto al crecimiento que tengan la economía y los ingresos fiscales. El desafío que tienen las provincias es dejar en claro a los agentes económicos que esta imagen de disciplina fiscal provincial realmente es sostenible. Teniendo en cuenta las presiones por aumento de salarios que ya se han originado en varios distritos y que continuarán en otros y los deseos de continuar con el proceso de inversiones, deberá haber una muy buena sintonía fina en la toma de decisiones. Por ahora, el margen para aumentar el gasto se sitúa en torno del 18%. Más allá de éste, habría un cambio del perfil fiscal provincial. No se debe dejar de mencionar que siempre están disponibles herramientas para mejorar eficiencia tanto por el lado del gasto como de los ingresos. Allí reside gran parte de la sustentabilidad fiscal futura.










