

Hace unos días, Tony Blair, el primer ministro británico, dijo a un comité de altos parlamentarios que Estados Unidos estaba presionando a Gran Bretaña para que vuelva a analizar la construcción de una nueva generación de plantas nucleares y que la energía nuclear no podía ser eliminada de la agenda.
El ministro de minerales y energía de Sudáfrica, Phumzile Mlambo-Ngcuka, el mes pasado enfadó a los defensores del medio ambiente cuando sugirió que la energía nuclear podría darle a su nación una mayor diversidad energética y seguridad de abastecimiento. Unas pocas semanas después, el profesor James Lovelock, gurú británico en temas ambientales, provocó un escándalo con su evidente apostasía al pedir inversiones en energía nuclear para ayudar a combatir el calentamiento global.
A primera vista, es difícil no compartir la frustración de los ambientalistas. Les presentan una desoladora opción entre el desastre climático o depender de la tecnología que provocó el desastre de Chernobyl y las miles de toneladas de desechos radioactivos.
Sin embargo, es una falsa dicotomía basada en una opinión sobre la tecnología nuclear tan antigua como la guerra fría. Están por empezar experimentos sobre una nueva forma de energía nuclear que hasta los eco-guerreros podrían tolerar. Es un reactor radicalmente diferente a los tradicionales diseños que generan temor y aversión.
Su combustible simplemente no genera suficientes neutrones para sostener una reacción en cadena. En cambio el reactor se alimenta con neutrones creados por un acelerador de partículas. Si uno corta el suministro de neutrones, el reactor vuelve a su estado natural ‘’somnoliento . Una reacción en cadena, explosiva, es imposible. Lo impiden las leyes de la física.
Mejor aún, puede usar una amplia serie de diferentes combustibles, incluyendo algunos que reducirían el riesgo de que se produzcan armas. Además, esta nueva forma de reactor puede incinerar los residuos de otros reactores, convirtiéndolos en energía.
Esas son las perspectivas del nuevo reactor, el sistema Accelerator-Driven Subcritical (ADS). Las ventajas del sistema convirtió al ADS en el tema de una intensa investigación teórica que lleva más de una década. Ahora se probará la teoría en experimentos a cargo de un equipo internacional de científicos en el Centro de Investigación Casaccia en Italia, cerca de Roma.










