Es un momento de tensión o de suspenso en el escenario político nacional. Parecería que fuera a ocurrir algo, tal como una modificación cualitativa de uno de los actores principales y su relación con los adversarios. Por una parte, la oposición ha comprendido sus tropiezos parlamentarios y va por un reordenamiento de sus fuerzas legislativas. Por otra parte, el gobierno no descansa en mostrarse como un actor activo y omnipresente en la agenda diaria; y en mejorar o contrarrestar a las noticias diarias que difunden los medios de comunicación de fuerte negatividad sobre el oficialismo. Es una lucha por la verdad en la controversia política cotidiana, o en la disquisición entre lo que es y lo que debería ser. En esa disputa, el oficialismo muestra una vitalidad insospechada desde el 29 de junio del año pasado. La dificultad de la oposición para concretar su quórum propio en el Senado, y la actitud del oficialismo de impedir que el funcionamiento del Congreso establezca resultados de las diferencias entre el sector A y el sector B de la política; constituyen los factores de un engranaje que no se mueve, que está trabado.

La ventaja del oficialismo en minoría es que es más compacta que la oposición. Tiene una densidad sostenida además por una fervorosa militancia, que si bien no garantiza el triunfo electoral, establece condicionamientos conductuales a la misma oposición. Cuenta a su favor con dos jefes de bloques hábiles y tenaces como para mantener a los bloques disciplinados.

No obstante, el problema del oficialismo es como avanzar hasta las primarias en agosto del 2011, sin haber visto menguado en mucho y en forma explícita su poder. El problema de la oposición es asegurarse que en el 2011 el kirchnerismo caiga derrotado.

Hay una información al día que desvela a oficialistas y opositores. Esa noticia se refiere a las dificultades actuales que muestran las encuestas acerca de que Néstor Kirchner, el candidato natural del oficialismo, supere el ballotage. Y este dato, alienta a los opositores a seguir siendo ínsulas de un archipiélago. Cada uno, pretende ser el enterrador de un sepelio anticipado.

También hay especulaciones de un eventual paso al costado del ex presidente, que le cedería el lugar a Daniel Scioli, un precandidato con muchas expectativas de ser el elegido. En realidad, es tan difícil suponer que Néstor Kirchner delegue dicha oportunidad en otro, como que el gobernador, siendo candidato pueda romper la malla de la segunda vuelta.

Parece que la única oportunidad para el oficialismo, estriba en resolver dos enigmas: como unificar al justicialismo hacia adentro suturando el fraccionamiento entre electores peronistas; y como obtener una reinserción en los sectores medios que empezó a perder, el kirchnerismo, en las elecciones del 2007.

No se trata de que conquiste a toda la clase media, sino de poder establecer enclaves a partir del decisionismo y capacidad de gobernabilidad; y que tuerza la decisión de muchos, que hoy están lejos de apoyarlo. En esto puede paradójicamente contribuir, una oposición que no de garantías de gobernabilidad, o que sea vulnerable ante los fantasmas de lo que fue la Alianza. A dichos fantasmas Boudou los convocó, con evidente preparación previa.

El oficialismo usará todos los instrumentos, como es su costumbre, que estén a mano o más lejos, para instalar en la subjetividad colectiva que el sector A es incapaz para gobernar. El gobierno se plantará, ante los no adherentes, con el atributo del realismo político, con la fuerza de lo que es el ejercicio del poder para gestionar. A la espera de ser elegido, más que amado, por esos estratos medios que ven en el kirchnerismo una anomalía cultural. ¿Será la política o la economía la que primará en la elección del 2011?. Es probable, que en diversos sectores sociales prime uno sobre otro. Pero, todo indica que en términos electorales, la política con sus procedimientos son el punto más débil del kirchnerismo; mientras la economía se recupera a un ritmo superior a los pronósticos. Pero, eso sí, si la oposición no alcanza a posicionarse como una alternativa atractiva, pueden ocurrir sorpresas a la hora de la verdad electoral. Considerando a los contendientes, se debe decir que no está dicha la última palabra en esta materia.