

Cuánto pueden cambiar las cosas en tres décadas. En 1980, China temía una explosión demográfica y no poder alimentar a su pueblo. Por lo tanto, tomó medidas drásticas para limitar los nacimientos mediante su polémica política de “un hijo .
Ahora, mientras china continental comienza con el censo que realiza cada diez años, los demógrafos sostienen que la nación con mayor población del mundo tiene demasiada poca gente en algunas zonas y una peligrosa escasez de trabajadores y esposas, lo que podría amenazar el crecimiento económico y la estabilidad social
Ya sea debido a la política de un hijo, o a pesar de ella, la tasa de natalidad china cayó abruptamente, y mayor cantidad de familias aseguran que no quieren tener más de un descendiente. Shanghai, que según los demógrafos tiene el índice de natalidad más bajo del mundo, lanzó repetidos esfuerzos para fomentar la procreación, pero todo ha sido en vano. Según una reciente encuesta del diario Oriental Post, sólo el 18,5% de los shanghaineses está dispuesto a tener más de un vástago.
Aún antes de la política de un hijo, la fertilidad china ya se había reducido a la mitad como resultado de una anterior política que apuntaba a demorar y espaciar los nacimientos. Cayó por debajo del nivel de reemplazo a principios de los noventa, señaló Cai Yong, demógrafo chino de la Universidad de Carolina del Norte, que estima que la actual tasa de natalidad es de 1,5 hijo por mujer.
Los funcionarios de gobierno aseguran que gracias a la política de un hijo –que fue uno de los experimentos sociales más extremos del siglo XX– se evitó el nacimiento de 400 millones de bebés, casi la población total de Europa. Y hasta los que se oponían a la política, que se aplicó con fuertes multas, abortos forzados, esterilizaciones involuntarias y otras tácticas brutales– admiten que en muchas zonas probablemente haya ayudado a crear la cultura de preferir un descendiente a tener varios.
Pero como todos los experimentos sociales, tuvo consecuencias imprevistas, incluso la escasez de mano de obra que podría poner en peligro el milagro económico que tanto se quería proteger. Como hay muy pocos trabajadores y excesiva cantidad de ancianos, los demógrafos aseguran que la población china sufre una crisis de envejecimiento. También la tradicional preferencia de los chinos por los hijos varones, sumado a la restricción en cuanto a los nacimientos, redujo la proporción de mujeres en la población y disminuyó el número de bodas.
Beijing hace años que debate sobre la posibilidad de hacer cambios en la política, y los allegados al gobierno creen que pronto se flexibilizarán levemente las restricciones en cinco provincias, si bien muchos demógrafos a la política de un hijo ya la llaman la política de “un hijo y medio por la gran cantidad de excepciones.
Ellos estiman que, como mucho, sólo el 60% de la población está regida por esa política: por ejemplo, la mayoría de los hijos únicos tienen autorizado tener más de un hijo si su cónyuge también es hijo único; los padres de zonas rurales pueden intentarlo nuevamente si su primer descendencia es una niña (porque en zonas muy tradicionales, los varones son esenciales para continuar con el apellido de la familia); las minorías étnicas están sujetas a menos límites y los padres de niños discapacitados pueden tener otro vástago.
A veces, todavía se recurre a métodos brutales para exigir el cumplimiento de la política: hace poco las autoridades de Xiamen, una ciudad al sur de China, obligó a una mujer a abortar un embarazo de ocho meses mediante una inyección letal.
La burocracia en torno a la planificación familiar también tiene un afianzado interés por bloquear la reforma. Pero en muchos casos, aseguran los demógrafos, el mercado está haciendo el trabajo del gobierno: al igual que en todas partes del planeta, cuando la gente se enriquece y se muda a las ciudades, tiene menos hijos.
Cai señaló que si se compara la tasa de natalidad en la provincia de Jiangsu –donde es muy estricta la política de un hijo– con la vecina Zhejiang, que autoriza excepciones, se llega a la conclusión de que la política casi no tuvo ningún impacto. El desarrollo económico contrajo el índice de natalidad a casi el mismo nivel en ambas provincias.
Los residentes del condado Yicheng, en la provincia de Shanxi, obedecían tan bien la política de un hijo que el gobierno hace 25 años decidió hacer un experimento y les permitió tener dos descendientes, aunque con restricciones. Las mujeres deben esperar más tiempo antes de tener su primer hijo y dejar al menos que transcurran seis años entre un embarazo y otro.
Pero, sorprendentemente, la tasa de natalidad de Yicheng es levemente inferior al resto de China. Un informe asegura que su población aumentó 20,7% durante los 25 años del experimento, casi 5 puntos porcentuales menos que China en general. La proporción de niños y niñas también volvió a la normalidad, por lo que disminuyó el abandono de las hijas mujeres.
“Se creía que la gente siempre querría tener muchos descendientes . . Pero en realidad (el pueblo de Yicheng) se detuvo en dos hijos y hasta algunos en uno , contó Cai.
Liang Zhongtang, arquitecto del experimento en Shanxi, cree que si se elimina la política de un hijo, el impacto será reducido. “Hace 30 años que estudio la política de población china . . ninguna política de control de natalidad tuvo algún efecto: la gente tiene los hijos que quiere .










