

Las viviendas en altura tienen una rica historia que comprende a los más ricos y los más pobres, sirviendo paradójicamente como dominio exclusivo tanto de los individuos extremadamente adinerados, en el caso de los glamorosos rascacielos, y de las familias carenciadas, con los monoblocks de cemento.
Son el sueño máximo de los arquitectos modernistas. Es una forma que fascina y seduce a urbanistas, desarrolladores, diseñadores y compradores de viviendas. Y eso nunca a sido tan así como se observa en la actualidad.
Los rascacielos comerciales surgieron como respuesta a los elevados costos de los terrenos en los centros comerciales de las ciudades estadounidenses.
Cass Gilbert, el arquitecto del Woolworth Building en Nueva York (1913), llamó a la estructura “una máquina de hacer rendir el terreno . Las zonas residenciales no tenían que estar en el centro de la ciudad, por supuesto. En realidad, existía un fuerte deseo de separar el trabajo del hogar, por lo que los ricos tendían a vivir en zonas con espacios verde, edificaciones bajas, que daban al Central Park si vivían en Manhattan, o desparramadas en torno al Regent’s Park o el Hyde Park en el caso de Londres.
Sin embargo, la idea de torres residenciales, de “vivir en las nubes finalmente gustó. Los arquitectos estadounidenses aportaron algunos ejemplos superlativos, especialmente la Ritz Tower en Nueva York de Emery Roth (1926), y también algunos sorprendentes fracasos, como la Price Tower de Frank Lloyd Wright (1956) en Oklahoma, los departamentos que resultaron ser demasiado pequeños.
Pero irónicamente, fueron los socialistas utópicos europeos los que le dieron la verdadera elegancia al experimento, expresando sus ideas sobre la vida en comunidad y los paisajes idealizados en torres exquisitamente diseñadas, como el monoblock de viviendas L’Unité d’Habitation de Le Corbusier (1952) cerca de Marsella.
Casi diametralmente opuestos, estos dos paradigmas contemporáneos definieron la trayectoria de la vida en altura para el resto del siglo.
El monoblock de cemento con interiores entrelazados se convirtió en el modelo de muchas viviendas sociales del mundo.
Los rascacielos residenciales perdieron atractivo en las siguientes décadas por el fracaso de las miles de torres de viviendas sociales construidas desde Detroit hasta Moscú y porque se los asociaba a los edificios de oficinas. Sin embargo, en los últimos años, una cantidad de factores provocaron una explosión de glamour, y como resultado, su encanto.










