

En medio de un parque industrial, en las afueras de Dublin, hay un enorme edificio gris protegido por vallas de púas y dos barreras de seguridad de acero que son lo suficientemente gruesas como para detener a un tanque. Aunque no hay un cartel en la puerta, se trata del nuevo megacentro de datos de Microsoft. Esta es su primera instalación informática en Europa y representa una inversión de u$s 500 millones.
Dentro del edificio titilan las pequeñas luces de miles de servidores desplegados en hileras ordenadas en la oscuridad y el fresco de esta planta donde trabajan unos 30 seres humanos. Las salas, que tienen el tamaño de una cancha de fútbol, con techos altísimos y ascensores en los que puede entrar un camión, no están hechas a la medida de la gente. Esta es una catedral para las máquinas.
Como le gusta decir a Microsoft, aquí es donde vive la Internet, o por lo menos una parte. Alrededor de 250 de los servicios basados en la web de la compañía, incluyendo el buscador Bing, Hotmail y MSN Messenger, se manejan desde estas instalaciones. Pero tal vez lo más significativo es que Microsoft ahora corre Azure, su recientemente presentada plataforma de "computación en la nube" desde Dublin. Computación en la nube es la expresión que se aplica a la provisión de poder informático a los clientes sobre Internet desde un centro de datos remoto. La idea es que empresas como Google y Amazon le alquilen capacidad y almacenamiento informático a sus clientes vía Internet por unos pocos centavos la hora.
Centros como éste están surgiendo en todo el mundo. Sin embargo, por razones de seguridad las compañías dan poca información sobre dónde están ubicados. Además del edificio de Dublin, Microsoft admite tener instalaciones en Chicago, San Antonio y Quincy, en el estado de Washington. Y se estima que agrega 10.000 servidores al mes a este arsenal.
Mientras tanto, los expertos calculan que Google tiene alrededor de tres docenas de centros de datos, y se sabe que Amazon tiene instalaciones en varios estados de EE.UU. y, también en Dublin, Frankfurt, Londres, Hong Kong y Tokio. Los analistas de Tier1 Research estiman que el mercado de infraestructura global de Internet tendrá un valor de u$s 29.800 millones en 2009, y treparía a u$s 50.500 millones para el año 2012.
"En la nube hay una oportunidad de alrededor de u$s 30.000 millones. Muchas pequeñas empresas van a adoptarla y los consumidores ya lo están haciendo. Con las grandes empresas se verá un escenario híbrido; muchas de ellas querrán que algunas de sus aplicaciones permanezcan físicamente en sus sitios", dijo Jean-Philippe Courtois, presidente de Microsoft International.
Para las compañías, utilizar el servicio de hosting de datos que les ofrecen Microsoft, Google o Amazon puede ser una manera barata de contar con potencia informática. Las pequeñas start-ups, por ejemplo, no tienen que invertir en servidores, sino que sólo pagan lo que necesitan. Y las grandes compañías, como Nokia y GlaxoSmithKline, ya lo usan para reducir los costos de brindar servicios como el correo electrónico a miles de empleados.
Sin embargo, en esto la confianza es un tema de gran importancia. Aunque las compañías pueden sentirse satisfechas dejando online funciones simples como el e-mail, tienen más dudas cuando se trata de datos más relevantes. "No estamos poniendo en la nube las joyas de la familia, sólo las funciones de correo y calendario. Nos gustaría mantener en la firma nuestra capacidades básicas", dijo Jeremy Vincent, CIO de la automotriz Jaguar-Land Rover, que hace poco se convirtió en cliente de Google.
Para convencer a los clientes, la creación de centros de datos se ha convertido casi en un arte. La seguridad, por ejemplo, es clave. "Los CIO vienen a ver los centros de datos y piden seguridad. La cuestión empieza con el aspecto que el centro tiene visto de afuera", señaló Kevin Timmons, gerente de Operación de Centros de Datos de Microsoft. De ahí las vallas intimidantes y las barreras de control de acceso a las instalaciones.
La otra preocupación es la energía. La planta baja del centro de Dublin es una estación eléctrica en miniatura. Hay dos enormes subestaciones en cada extremo del edificio con una potencia de 11.000 voltios, que toman la energía directamente de la red nacional de Irlanda. En su momento pico, el centro usa 22,2 megawatts de energía, que es aproximadamente lo mismo que utiliza una ciudad pequeña. Los zumbidos y rezongos que emite la electricidad mientras pasa a la más manejable tensión de 400 voltios resultan sordecedores.
Las subestaciones son dos, por si falla una. Además, hay habitaciones llenas de cientos de baterías del tamaño de bidones de nafta que pueden mantener activo al centro por un breve período en caso de que fallen ambas fuentes de energía. También hay un despliegue de generadores diesel del tamaño de tractores, que pueden mantener el centro de datos funcionando indefinidamente si se cae toda la red de energía. En el edificio hay combustible suficiente como para que los generadores funcionen durante seis días y han hecho acuerdos con los proveedores locales de combustible para que puedan hacer nuevas entregas en el término de cuatro horas.
La ubicación resulta clave. Según Microsoft, el clima fresco y lluvioso de Irlanda es ideal para las grandes instalaciones informáticas. Con temperaturas frescas todo el año, el centro de datos puede mantenerse frío si simplemente se deja que entre el aire exterior y se lo distribuye por las salas. En otras condiciones climáticas, el aire acondicionado puede representar hasta dos tercios del costo de mantener un típico centro de datos, de modo que esto significa un enorme ahorro. "Tenemos aire acondicionado por si hay una ola de calor en Irlanda, pero nuestro objetivo es no encenderlo nunca", explicó John Dwyre, gerente internacional de centros de datos de Microsoft.
Además, el ahorro de energía es cada vez más crucial por la preocupación por la huella de carbono. "El cambio climático y los topes para el carbono están empezando a afectar realmente la forma de la nube", dijo Mike Manos, que dirige el área de Construcción en Digital Realty Trust, una compañía que construye y maneja centros de datos.
Los requisitos legales también tienen su parte. Bajo los términos de la ley europea, cierto tipo de información, como los detalles del consumo con tarjetas de crédito, no puede ser transportada más allá de las fronteras de la Unión Europea. Por eso se precisan centros en lugares como Dublin, donde mantener esos datos para los clientes europeos. "Este es un tema que pone muy nerviosos a los gobiernos", comentó Dan Scarfe, CEO de Dot Net Solutions, firma que ofrece herramientas para ayudar a las compañías a desarrollar software.
Después está el tema impositivo. La era de Internet ya permitió que las empresas ubiquen sus operaciones en regímenes favorables. Muchos sitios de juegos de azar online, por ejemplo, tienen sus centros de datos en Gibraltar para aprovechar el impuesto de 1% sobre el juego. A medida que las compañías tengan más operaciones que utilizan el servicio de hosting de centros de datos remotos, "pueden aprovechar los beneficios de regímenes fiscales diferentes", afirmó Manos, para quien "ya hay una tendencia entre los que desarrollan software a incluir aplicaciones que pasarán de un centro de datos a otro según cuál tenga costos de energía más baratos. El mismo concepto podría usarse para los impuestos, y las aplicaciones migrarían al área con menor carga fiscal".
En la actualidad se entiende que a las transacciones digitales se les imponen contribuciones en la jurisdicción en la que están situados los servidores, explicó Tracy Neighbors, experto en temas impositivos de Microsoft. En consecuencia, las compañías que usen el centro de Dublin deberían beneficiarse con los impuestos relativamente bajos de Irlanda. Sin embargo, Neighbors admite que la aplicación de las leyes al comercio electrónico todavía no es clara.
Además, para elegir una sede hay que tener en cuenta muchas cuestiones. "Tenemos en consideración 35 criterios diferentes para decidir la ubicación de un centros de datos. Los impuestos son una de ellas", dijo Courtois.
Mientras tanto, el consenso generalizado entre las compañías que operan estos centros es que tienen que prepararse para una enorme expansión.










