

La industria textil ha encontrado la forma de microencapsular fibras y diminutas partículas de aceites esenciales y vitaminas en las telas. La idea es fabricar ropa que produzca bienestar, tonifique o transmita sensaciones de energía, según las necesidades de quien la use.
Desde los jeans que previenen la celulitis de Lytess a los trajes de baño de Nike con tecnología Dow XLA, que los hace más cómodos y resistentes al cloro, la gama se amplió ultimamente.
Los científicos están experimentando con la idea de llevar la aromaterapia al área de la indumentaria. Diana Irani ya fabrica camisones impregnados en lavanda y manzanilla, para combatir el insomnio.
Jenny Tillotson, investigadora de la Universidad de las Artes, en Londres, desarrolló un sistema para difundir fragancias a través de pequeñísimos tubos incorporados a la tela, con el propósito de producir bienestar cuando una persona está inquieta o deprimida. Las investigaciones de Tillotson ya fueron llevados a la práctica por la firma Smart Second Skin, que ha lanzado la Wellness Collection, una serie de vestidos que se comercializan bajo la consigna de que son “una segunda piel .










